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sábado, 28 de julio de 2007

AREQUIPA, UN CUADRO CON HISTORIAS


En la antesala de la sacristía de la Iglesia de la Compañía de Jesús, en Arequipa, hay varios cuadros de diversos autores europeos y criollos de las escuelas cusqueñas y arequipeñas de pintura. Pero entre ellos destacan algunos del afamado jesuita y pintor manierista italiano, Bernardo Bitti, quien desde 1596 pinta profusamente en esta ciudad. Bitti está considerado, hoy, como el mejor pintor del siglo XVI en Hispanoamérica. Así mismo hay cuadros del también jesuita flamenco, Diego de la Puente, pintor de una curiosa “Última Cena” en la que, en vez del tradicional y palestino cordero pascual, los comensales se disponen a dar cuenta de un “Cuy fractado” (roedor comestible de la sierra peruana) al mejor estilo arequipeño.

Pero la atención se centra en un curiosísimo e histórico cuadro, de finales del siglo XVII. Este cuadro representa los esponsales, en 1572, del noble caballero de la Orden de Calatrava Don Martín García Oñas de Loyola (Vizcaya 1553-Chile 1598) con la Ñusta Doña Clara Beatriz Coya ( ¿? 1536-Lima 1600) que plasma el matrimonio de este capitán español, sobrino de San Ignacio de Loyola y aprehensor de Túpac Amaru I en Vilcabamba y la Ñusta, de estirpe Inca, hija del Inca Sayri Túpac y de la Coya Cosí Huarcay y, por consiguiente, nieta de Manco II Inca y sobrina de Túpac Amaru I.


El Inca Túpac Amaru I

De este matrimonio nació un único hijo, la Ñusta Ana María Lorenza García Sayri Túpac de Loyola, quien se casó, en 1611, con el Marqués de Alcañices, Don Juan Enríquez de Borgia y Almansa, nieto del otro gran Jesuita, San Francisco de Borja, Cuarto Duque de Gandía). Este matrimonio está representado en el cuadro, primero en su ceremonial de Madrid, en el ángulo superior derecho, y después en la parte baja derecha, en primer plano, para destacar la unión con la realeza Inca.

En el lienzo se encuentran también Túpac Amaru y Sayri Túpac, quienes, al igual que la princesa, visten ropa nativa; detrás de ellos aparece el "achiwa", una especie de sombrilla hecha de plumas de pájaros multicolores utilizada solamente por el Inca. Este lienzo demuestra la unión familiar entre la casa de Loyola y la Casa de los Borgia (castellanizado a Borja el linaje valenciano) a través de la sangre Inca de la Ñusta Clara Beatriz Coya y cómo se hizo el mestizaje entre la altísima estirpe del propio Inca y la estirpe de los Virreyes. Ahí están unidas las sangres de Atahualpa, de San Ignacio de Loyola y de San Francisco de Borja.


A la Izquierda, Martín García Oñas de Loyola desposando a la Ñusta Clara Beatriz de Qoya, en el Centro San Ignacio y San Francisco de Borja, a la derecha, Don Juan Henríquez de Borja y Almansa desposando a la Ñusta Ana María Lorenza García Sayri Tupac de Loyola
Arriba a la izquierda Túpac Amaru y Sayri Túpac

En los enormes lienzos cusqueños, pintados en los siglos XVII y XVIII para publicitar y difundir la noticia de las alianzas matrimoniales, las largas leyendas o cartelas explicativas en el cuadro aseveran la cercanía de los lazos de parentesco y así hacen pasar a Martín de Loyola como sobrino de san Ignacio y a Juan Henríquez de Borja por Juan de Borja, nieto de San Francisco de Borja. No quisiera discutir aquí si la historia es verídica con respecto a los parentescos y a los lazos matrimoniales establecidos, pero si quiero hacer notar el mensaje, utilizado por los jesuitas, que se está enviando en ese cuadro providencialista y mesiánico, que desposaron al capitán que capturaría y entregaría para su ejecución al último Inca rebelde del Cusco con la heredera del Incanato, y sobrina del Inca ejecutado.

En la pintura, Martín de Loyola, en compañía de Clara Beatriz, vestida como corresponde a una Ñusta, como princesa Inca, sostiene el hacha Inca de mando. En la parte alta están Sayri Túpac y Túpac Amaru I (el Inca capturado por Martín de Loyola) y la Ñusta Cusi Huarcay, quienes con su presencia avalan este matrimonio. Lo mismo puede decirse de los dos santos jesuitas en el centro de la composición: san Ignacio de Loyola y san Francisco de Borja que avalan con su presencia la unión de las casas virreinales castellanas y las del incanato.

Si bien los misioneros jesuitas trabajaron con alumnos de toda suerte y estado, es decir, alumnos pertenecientes a todos los estratos sociales y étnicos, en el Perú ellos tenían a su cargo los colegios para hijos del incanato y del virreinato. Algunos autores han querido ver en esto que los jesuitas intentaran implementar en Cusco un ambicioso proyecto político de corte teocrático consolidado mediante matrimonios estratégicos que entroncaban a la dinastía inca con la dinastía de santos de la Compañía de Jesús. ¿Otro mito más? ¿Puro simbolismo?

Algunos autores consideran que hay, al menos, seis copias del cuadro que está en la Iglesia de la Compañía en Cusco, uno de ellos es el que contemplé en la pre-sacristía de la Iglesia de la Compañía en Arequipa. Pero hay otro atribuido a un alumno de la escuela cusqueña donde deslumbraba el gran Diego Quispe Tito. Tal cantidad de cuadros sobre el mismo tema nos habla de un trabajo de divulgación del mensaje contenido en este cuadro, y de otros que por un estilo existen en la iconografía peruana de los siglos XVI y XVII.

Lo que no cabe duda es la intención de la difusión del mensaje simbólico que este cuadro contenía, dada la afición de los jesuitas a las representaciones dramáticas, tanto como vehículo catequizador, como para estimular el estudio de la oratoria y la retórica entre sus colegiales. Se ha especulado que a través de éste y otros óleos los jesuitas querían divulgar, en todos los niveles, los vínculos de la orden con la nobleza inca, quizá con el propósito de alentar futuros designios políticos.

Un elemento semiológico del cuadro es el astro solar que refulge en el centro, antes máxima representación sagrada, Inti, y ahora, tras la conversión de los incas al catolicismo por la catequesis de la Compañía de Jesús, el símbolo solar inca deviene en un nuevo Sol de Justicia donde resplandece el monograma de Cristo formado por las letras JHS (Jesus Homini Salvator) emblema máximo de la orden de los jesuitas.

Más aún, a partir de estos hechos de esponsales, y basados en las mismas representaciones pictóricas, se llegaron a representar en vivo estas alegorías y así sabemos que ciento cincuenta años después de los hechos narrados en el cuadro, se hizo una representación en vivo el día 10 de octubre de 1741, día de San Francisco de Borja, y que fue relatado en estos términos:

“…se hizo en la iglesia de la Compañía [en el Cuzco] una representación del casamiento de don Martín García de Loyola, y la hija de don Felipe Túpac Amaru [sic]: conforme se halla pintado en un cuadro que está a la entrada de dicha iglesia. Hizo al esposo, un hijo de don Gabriel Argüelles, llamado Pedro: y la esposa, una hija de un cacique de (en blanco) llamada Narcisa. . . . No faltó quien dijese, haberse ejecutado mojiganga y encamisada: ésta por los mantos capitulares, aquélla por la representación de los esposos…”

Una última curiosidad, que probablemente el lector haya percibido ya, es el título nobiliario del Marquesado de Oropesa de la Ñusta Ana María Lorenza García Sayri Túpac de Loyola. Este título fue concedido por el Rey Felipe III, el 1 de marzo de 1614, como Marquesa de Santiago de Oropesa, unido a la dignidad perpetua de Adelantada del Valle de Yupanqui, cunado ya Ana María estaba radicada en Sevilla. El Marquesado, y sus propiedades adscritas a él, como Mayorazgo, eran las fértiles tierras de Vilcanota, en el Valle Sagrado de los Incas, uno de los principales motivos del reclamo y posterior alzamiento de quien se decía heredero, José Gabriel Túpac Amaru, a finales del siglo XVIII.

3 comentarios:

AMILER dijo...

TENGO EN MI PODER UNA DE LAS VERSIONES DE LAS BODAS DE LOYOLA ESTA EN COLOMBIA

AMILER dijo...

YO TENGO UNA VERSION DE LAS BODAS DE LOYOLA ESTA EN COLOMBIA

Alumnos de Historia Económica en la Edad Moderna Grupo M dijo...

me encantaría que me dieras más datos sobre esa version colombiana que comentas, soy estudiante de historia en la universidad complutense de madrid, tengo que hacer precisamente un trabajo para la asignatura etnohistoria de america en la edad moderna.
Te comento tengo localizadas 5 en total aunque bien es cierto que el profesor nos ha hablado de 6, si me pudieras facilitar datos sobre esa que comentas de Colombia te lo agradecería. Un saludo y gracias.
JOSE_CARLOS_BN@hotmail.com