miércoles, 7 de mayo de 2008

LAS CUENTAS DEL GRAN COMANDANTE


Escudo de Armas de Isabel y Fernando

El dicho tiene como base histórica las tan discutidas cuentas que Don Gonzalo Fernández y Aguilar (1453-1515), más conocido como Gonzalo Fernández de Córdoba, de sobrenombre El Gran Capitán, presentó a los Reyes Católicos, después de haber conquistado para ellos los reinos de Nápoles y Sicilia. La historia se desarrolló como sigue:

Hasta que logró su unificación como país a mediados del s. XIX, lo que hoy conocemos como Italia era un mosaico de pequeños estados en continuas luchas internas y sin capacidad defensiva. Aprovechando esta debilidad, el Reino de Aragón y la casa francesa de Anjou venían luchando, disputándose la posesión de Nápoles y Sicilia, que habían constituido el llamado Reino de las Dos Sicilias.

A finales del siglo XV, lo que en un principio era una rivalidad entre dos pequeños reinos, se convierte en problema y lucha, por el dominio de Italia, entre las dos potencias que, merced a sus políticas internas individuales, habían constituido los reinos de España y Francia. Por esos años, los monarcas que se ven enfrentados son Fernando II de Aragón, casado con su prima Isabel I de Castilla, y el rey francés Luis XII de Anjou.


Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán

Luis XII, tras haberse apoderado del Ducado de Milán, firmó con el Rey Católico el Tratado Secreto de Granada de 1500, por el cual se repartían el Reino de las Dos Sicilias. Pero las desavenencias entre franceses y españoles, que se disputaban también algunos territorios centrales italianos, provocaron la guerra entre ambos países.


España puso al mando de sus tropas al Gran Capitán, quien, tras una lucha encarnizada, logró de manera consecutiva las victorias de Seminarata, Ceriñola (con los franceses al mando de Luis de Armagnac, Duque de Nemours), Garellano y Gaeta en 1503. El Reino de las Dos Sicilias pasó a formar parte de los reinos de la corona de España, hasta los Tratados de Utrecht y Rastatt (1713 y 1714, respectivamente), que ponían fin a la Guerra de Sucesión española e introducían a la casa de Borbón en el trono de España con el Duque de Anjou como Felipe V de España.



El Gran Capitán en Ceriñola ante el Duque de Nemours vencido


La muerte de la reina Isabel de Castilla, en 1504, marcó el inicio de la caída en desgracia del Gran Capitán. Su enfrentamiento con Fernando de Aragón, quien regresó a su reino de Aragón al quedarse viudo, alcanzó un punto culminante a raíz del Tratado de Blois de 1505, por el que el



Arcabuceros de la Infantería Española


rey devolvió a la Corona francesa las tierras napolitanas que Fernández de Córdoba había expropiado a los príncipes de la Casa de Anjou. En 1507 Fernando viajó a Nápoles para tomar posesión de su nuevo reino, momento en que, cuenta la leyenda, exigió al Gran Capitán rindiera cuentas de su gestión financiera, quizás imprudentemente y de forma inconveniente, y aunque éste las rindió, es de suponer que Gonzalo Fernández de Córdoba debió de sentirse molesto por las maneras como se las habían exigido.


De todas las partidas que el Gran Capitán presentó a su Rey, las más conocidas y repetidas de todas son las cinco siguientes:


Cargo


- Ciento treinta mil ducados remitidos por primera partida.
- Ochenta mil pesos por la segunda
- Tres millones de escudos por la tercera
- Once millones de escudos por la cuarta
- Trece millones de escudos por la quinta

Descargo


- Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la prosperidad de las armas españolas.
- Cien millones en palas, picos y azadones, para enterrar a los muertos del adversario.
- Cien mil ducados en guantes perfumados para preservar a las tropas del mal olor de los cadáveres de sus enemigos tendidos en el campo de batalla.
- Ciento sesenta mil ducados en poner y renovar campanas destruidas por el uso continuo de repicar todos los días por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo.
- Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le había regalado un reino.



Busto de El Gran Capitán


Con respecto a la autenticidad de estas cuentas, Manuel José Quintana y Modesto Lafuente sostuvieron la autenticidad del hecho. Otros creen que son apócrifas y que su lenguaje no corresponde al que se usaba en tiempos de los Reyes Católicos, sino al de un siglo más tarde. Dicen que hubo, efectivamente, unas cuentas que rindió el Gran Capitán y que se tuvieron por excesivas, dando origen a la expresión proverbial. Pero, a su vez, afirman que las cuentas que corren por los libros como entregadas por el Gran Capitán, son falsas.


Fernando II, Trastámara , Rey de Aragón


Este relato, sea historia sea leyenda, forma parte del acervo histórico de los españoles y, si no hubiese sido verdad, merecía haberlo sido. La historia, que es el conjunto de relatos de la memoria escrita, o de la memoria oral y testimonial, es un compendio de noticias que, cuando son contadas lo son, las más de las veces, tan subjetivas como los sujetos que las relatan, lo cual en si mismo no es malo si es discernible, pero que es fatal si esta no es solo subjetiva sino interesada.


Por estos días atribulados de nuestra querida Venezuela, donde los tópicos más negros de la leyenda negra hispana son exagerados hasta el ridículo, con unas nuevas interpretaciones de la historia basadas en una dialéctica marxista-indigenista-populista, en las que se hace figurar a Cristóbal Colón como un racista exterminador de indios, genocida y no sé cuantas otras estupideces del mismo tono y talante, agravadas por ser un Ministro de Educación quien las profiere. Y todo esto es para justificar la bárbara destrucción de la escultura de Cristóbal Colón caraqueña el 12 de Octubre de 2004. Iconoclastas en la historia ha habido muchos, pero se siguen recordando hoy más a los personajes de las estatuas que a los iconoclastas. Siguiendo en esa misma tónica historicista de este desilustrado ministro, ¿que podríamos decir entonces de unos aborígenes, en perfecto uso de sus costumbres legendarias, que, al solo grito de las palabras Caribe “Ana karina rote auno toto paparoto mantoro”, se dedicaban a guerrear con las tribus vecinas para esclavizar a sus enemigos, a quienes castraban y, habitualmente, comían? ¿Las tribus vecinas opinarían también que estos bravos Indios Caribe eran unos genocidas de su tribu? Estamos muy acostumbrados a oír estas famosos palabras “Ana karina rote auno toto paparoto mantoro”, pero pocos saben que significan:

‘Yo soy Caribe y sólo yo tengo derecho a vivir…’


Supongo que los pueblos vecinos, al ser derrotado este bravo pueblo Caribe (Caribales o Kalinagos), verían como unos libertadores a los nuevos allegados a su tierra. Algo así ocurrió en Perú cuando los Españoles liberaron a los pueblos oprimidos por los Incas: los Chincha, Huarco, Ishmay, Yauyos, Huancas, Taramas, Pumpus, Conchucos, Cuismancus, Yarowilca y Chimú; y en México ocurrió otro tanto con etnias opuestas a los Mexica (aztecas) como los Indios Altepetl, Zempoaltecas y los Tlaxcaltecas. Las Leyes de Indias o los derechos humanos al estilo del siglo XVI no existían para los aborígenes, estos son introducidos por la cultura occidental, por los españoles. Por eso no es de extrañar que su cultura ancestral se guiase por valores tan exclusivos como el “Ana karina rote…..”


Por esos mismos días, he oído unas nuevas Cuentas del Gran Comandante, estas proferidas no por un Gran Capitán sino por un mandatario de más alta jerarquía y tanto menos grado cuanta cualidad histórica para el protagonismo, al decir que España le debe a América, en concepto de expolio, 647.000 millones de Dólares americanos.

Los historiadores consignan en sus crónicas que:


“entre 1503 y 1660, llegaron al puerto de Sevilla 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata”. Las riquezas transportadas a España en poco más de un siglo y medio excedían tres veces el total de las reservas europeas”


El subjetivísimo e interesado escritor uruguayo Eduardo Galeano cita que:


“el 12 de octubre de 1492, América descubrió el capitalismo. Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe. En su diario del Descubrimiento, el almirante escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor”


Además de los errores históricos de bulto, como el atribuir a los “Reyes de España” la empresa de Colón, que fue una empresa de Castilla y de su reina Isabel, ya que España no existía como nación, es evidente lo tendencioso del comentario. Y efectivamente fue una empresa castellana, no en vano el epitafio mandado a colocar por el Rey Fernando sobre la tumba del Almirante, en 1506, fue:

Por Castilla y por León
nuevo mundo halló Colón
No es mayormente significativo que esta empresa, como cualquier otra antes y después, era promovida por intereses económicos principalmente, cuando no de simples expansiones territoriales. Las grandes civilizaciones de cada época no se creían específicamente destinadas, ni a la evangelización ni a la difusión de sus modos de vida, usos y costumbres, es decir, a lo que hoy llamamos cultura. No es nada diferente lo que hicieron los castellanos en América en el siglo XVI a lo que hicieron los Incas cien o doscientos años antes cuando destruyeron las culturas Moche y Wari e impusieron sus modos y costumbres a unas civilizaciones que yo considero superiores a ellos o que, al menos, deben sus éxitos técnicos y artísticos a lo que aprendieron de estas dos culturas anteriores.

Muchas veces se acusa a los conquistadores de la época de haber destruido obras de arte. Otra simpleza más de las muchas que contiene la famosa “leyenda negra” sobre los españoles. El concepto de “obra de arte”, como bien que debe ser guardado o conservado, por su valor estético, es realmente moderno. Los objetos de culto, los objetos funerarios o los utensilios del hogar para el uso o la decoración, que hoy consideramos excelsas obras de arte, en su época y para las gentes de su tiempo, no eran más que simples objetos votivos cuyo valor estaba asignado a la mayor cantidad de oro o plata con la que estaban hechos. Otros objetos que hoy denominamos objetos de arte, lo son por su valor como objetos de interés antropológico o costumbrista, valor que no existía en su época. Un quipus inca es hoy una obra de arte a ser conservada, pero en su época era un abstruso objeto sin más valor comercial que la información contable que contenía.


Ni las construcciones de cada época se consideraban que eran construcciones que había que preservar. Digamos que la arqueología, como ciencia que trata de las obras antiguas, es una ciencia que no tiene más de 200 años y con ella el mismo gusto por la conservación de las obras del pasado. Pero este pensamiento no existía en el siglo XVI ni nunca había existido anteriormente. Por eso los cristianos edificarán sus iglesias sobre antiguos palacios (basileos) o utilizando antiquísimas construcciones megalíticas, como dólmenes y menhires, y no megalíticas, como talayots y taulas, o usando antiguos lugares sagrados druidas

Iglesia de la Santa Cruz de Cangas de Onís (Año 737),
albergó la Cruz de la Victoria del Rey Pelayo
En su interior aún se conserva el dolmen sobre el que se edificó la Iglesia

En los siglos VIII al XI edificarán sobre las iglesias paleocristianas y del XI al XV el gótico se edificará sobre bases románicas, muchísimas veces casi destruyendo totalmente lo anterior; y el barroco se impondrá sobre románico y gótico en la esplendorosa y luminosa Catedral Compostelana y el arte árabe se mezclará con el gótico en Sevilla y en Granada y en Córdoba, y los frailes dominicos del Cusco edificarán su Convento de Santo Domingo sobre el templo inca de Korykancha, como previamente los Incas se habían sobrepuesto a los templos de las culturas Lima, Wari e Ishmay, en el santuario de Pachacamac, en el valle del Lurín, muy cerca de Lima, construyendo pirámides de adobe sobre las anteriores pirámides, y los obispos cusqueños edificarán su palacio arzobispal sobre un palacio inca conservando la famosa piedra de los 12 lados.

Es vano, tantos años después, o al menos es interesado el juicio de valor, el juzgar los hechos de la historia con la óptica y los juicios y prejuicios del tiempo presente. Con eso no se hace historia, con eso se escriben mitos, nuevos mitos interesados, nunca verdades.


Al igual que el Gran Capitán los herederos de la cultura hispánica pueden aducir en su defensa que los 647.000 millones de $ fueron gastados así:

· Por haber transferido el conocimiento heredado de Íberos, Tartessos, Griegos, Vascones, Romanos, Alanos, Godos, Ostrogodos, Visigodos, Árabes y Francos, que supuso la transferencia de los conocimientos de la Filosofía Griega, de la Astronomía y la Náutica y la Óptica y la Alquimia, la Medicina, la Geología, las Matemáticas con su aritmética y su álgebra, y la Botánica, todo eso por un valor de cambio de 0 Dólares.


· Por haber decretado, tan pronto como en 1500, la declaración de vasallos libres de la Corona de Castilla a los pueblos indígenas y por tanto ser sujetos de tutela y protección legal, 0 Dólares.


· Por haber contribuido a la integración de los pueblos aborígenes en las nuevas sociedades mestizas primer paso del proceso formativo de los pueblos hispánicos de América, donde, a diferencia de lo que sucedió en angloamérica, no se segregó ni aniquiló a los indígenas, sino que se los incorporó a la cultura y a los valores fundamentales de la civilización cristiana occidental. Esos valores fueron los que llevaron a Bartolomé de las Casas y a muchos más a predicar y escribir para defender los derechos humanos de los indios, que los indios ni conocían ni reconocian, 0 Dólares.


· Por haber redactado el modelo fundamental de la ocupación y población del inmenso continente en las admirables ‘Leyes de Indias’ recopiladas por primera vez en 1512, calcadas en parte del proceso reconquistador de tierras moras que se había cerrado en 1492, o inventadas para la nueva realidad de las tierras ultramarinas que serían conquistadas, 0 Dólares.


· Por haber salvado las lenguas nativas dado que los misioneros preferían predicar en la lengua de quienes querían convertir a su fe, y aprendieron sus lenguas aborígenes, compusieron alfabetos, inventaron letras para hacer una adaptación glótica de consonantes inexistentes en castellano, redactaron vocabularios y gramáticas y redactaron catecismos. Con ese alfabeto se registraron historias que no estaban escritas en las lenguas indígenas. Por eso se salvó la memoria histórica de las etnias, 0 Dólares

· Por haber creado el Derecho de Gentes y el Derecho Internacional para el debido trato a las nuevas tierras ocupadas y al derecho de sus gentes, 0 Dólares.


· Por haber contribuido al mayor fenómeno de mestizaje que contribuyó a la convivencia de todos en una paz que no existía en la Europa de los Siglos XVI al XVIII, 0 Dólares.


· Por haber reproducido en América las mismas instituciones del gobierno de los reinos que componían lo que hoy llamamos España, una minuciosa organización jurídica al estilo castellano, cuya cabeza era el Rey que lo era en todos sus reinos y allí donde no alcanzó nombró Virreyes porque consideraban que las tierras de América eran parte continua de su reinado, 0 Dólares.


· Por haber sobrepuesto un idioma e integrado en él muchas palabras de uso y de cosas del nuevo mundo, por haber provisto uno de los idiomas más ricos que se conocen actualmente en cuanto a su léxico, por haber provisto con él nuevos modos de vida, nuevos modos de ejercer las artes y nuevas maneras de ejercer los oficios y nuevos oficios o tareas. Por haber provisto con el idioma los aportes a la literatura universal de los mesteres de clerecía y de juglaría, y el romancero castellano y la mística y la picaresca del Siglo de Oro, o la locura quijotesca y el renacentismo castellano llamado Humanismo. Este empuje literario llevará a México la primera imprenta en 1539. El espíritu humanista de la colonización fundará la primera Universidad en América en Santo Domingo en 1538 y a ella le seguirán México y Lima en 1551. La primera fundación se adelantará en 100 año a la de Harvard de 1636), y en mucho más a las de Yale de 1701, e incluso a la de Madrid de 1770, y todo eso por, 0 Dólares.


· Por haber creado escuelas pictóricas con el aprendizaje de maestros castellanos en lo que después se dio en llamar “Escuela Cusqueña” “Escuela Quiteña” y “Escuela Limeña”, por haber llevado al límite el arte barroco colonial, el churriguerismo, por haber creado San Pedro de Quito, o San Francisco de Lima o La Compañía de Arequipa, por haber creado el sincretismo de las vírgenes barrocas con los apus de las creencias incas, y todo eso por, 0 Dólares.


· Por haber aportado los nombres de propios y mestizos que aún hicieron más grande la labor conjunta: Francisco de Vitoria, Elio Antonio de Nebrija, Juan del Encina, Fray Antonio de Montesinos, Bartolomé de las Casas, Francisco Suarez, Garci Lasso de la Vega (quien se autodenominaba el Inca) o que produjeron santos como Rosa de Lima y el mestizo Martín de Porres, y todo eso por, 0 Dólares.

No registra la historia, ni siquiera nos relatan las leyendas o los mitos, si Fernando de Aragón, el Rey Católico por bula papal de Alejandro VI, se sonrojó ante las contestaciones del Gran Capitán. Tampoco sé si cuando, en estos tiempos, estos nuevos capitanes de la historia, o comandantes, se sonrojan en la intimidad, por haber dicho las cosas que dicen, afortunadamente en un idioma castellano, no siempre muy bien tratado, pero idioma castellano al fin.

El idioma que las madres le enseñan a sus hijos, el Idioma que Castilla primero, y España después, le dio a los nuevos pueblos americanos y que hoy, entre todos, suman más de cuatrocientos millones, por todo eso que está escrito, y por muchísimo más que no entra en el breve relato de este artículo, el valor de cambio es, 0 Dólares

Castellanos, Leoneses, Asturianos, Extremeños, Andaluces y Vascones, descubrieron nuevas tierras y nuevas gentes, después construyeron ciudades en las que edificaron capillas, iglesias y catedrales, y edificaron universidades para el estudio y construyeron edificios civiles para el gobierno de los pueblos; y en unos y otros se difundió la cultura occidental de la cual España era crisol irradiante y que lo siguió siendo al asimilar y hacer castellanas o españolas, tierras, hombres, frutos, animales y costumbres y asimiló y se hizo mestiza en razas, en lenguas, en culturas, y fue sincrética en religiones y teogonías y conservó lenguas aborígenes a las que, además, dotó de fuerzas suficientes para llegar hasta el día de hoy.


Hace 200 años aquel lazo se rompió, pero el impulso vital que insuflamos da para que, 200 años después, aún siga viva y vital la cultura hispanoamericana. Los tres hitos más importantes que hoy conforman la cultura hispana son el resultado de tres felices y afortunados mestizajes: el romano, el árabe y el americano. Esto es, hoy en día, la cultura hispana, y para llegar a ello el valor de cambio fue, 0 Dólares.

Citaré una vez más al eminente historiador venezolano Eduardo Arcila Farías (Maracaibo, 1912 - Caracas, 1996):


“…la hegemonía de los españoles en ultramar no consistió en la ejecución de un aplastamiento sin contemplaciones sino en la adaptación de una cultura provista de recursos sobre otra que carecía de elementos para salir airosa en la confrontación”