lunes, 1 de septiembre de 2008

POR TIERRAS DE TRUJILLO DE NUEVA CASTILLA, WARIS Y CHIMÚS


ESCUDO DE ARMAS DE TRUXILLO DE NUEVA CASTILLA


A Diego de Almagro, el viejo, las tierras aledañas tal vez le evocasen sus natales tierras manchegas de Almagro, donde nació en 1475, si bien el apacible clima de este valle peruano debía diferir de las extremas condiciones climáticas de la lejana Mancha, pero las tierras desérticas, cercanas al valle, eran las mismas que las que recordaba de su ya lejana niñez. El valle era, evidentemente, un vergel en el que habían florecido las más hermosas culturas precolombinas anteriores a los Incas. El esplendor del oasis que produce el río Moche en todo este feraz valle lo ha hecho ser centro de varias culturas: La Cupisnique, La Salinar, la Virú, la Moche o Mochica y la Chimú.




Diego de Almagro
(Almagro 1475-Cusco 1538)

En 1532, Francisco Pizarro y Diego de Almagro, el viejo, están en Tumbes y en el mes de mayo emprenden el viaje hacia el sur, hacia las tierras que habían oído nombrar como Virú, o Pirú. El descenso al sur se realizó por la árida costa con las tropas a su mando y al de su hermano Hernando Pizarro. A su paso las comunidades indígenas les proveían de provisiones e incluso uno de los jefes indios, en Poechos, en el valle de Chira, el curaca, le entregó a Pizarro a uno de sus sobrinos, a quien Pizarro bautizó con el nombre de Martinillo de Poechos y que sería unos de los famosos intérpretes, junto con el Padre Valverde, de los sucesos posteriores en Caxamarca. El 15 de agosto Pizarro fundará la primera ciudad en Perú, San Miguel de Piura, bajo la advocación de San Miguel Arcángel y, en el cercano y pequeño pueblo costero de Colán, se edificó la primera iglesia del Perú, la de San Lucas, fundada en 1536 por los Dominicos sobre un conchal.


San Lucas de Colán (1536)
Primera Iglesia en el Perú


A partir de Piura una columna marcha hacia la Sierra, hacia los Andes, al mando de Hernando y otra, al mando de Pizarro y Almagro se dirige nuevamente hacia el sur cruzando agónicamente el más grande los desiertos peruanos, el de Sechura. Para el mes de noviembre ya están a la altura del valle de Saña, subiendo hacia Cajamarca, en un cambio de rumbo para seguir los rastros de una persona de la que oían hablar de continuo a los indígenas, Atahualpa. El 16 de Noviembre tienen lugar los sucesos de Cajamarca con el apresamiento del Inca. Pizarro y sus tropas se quedaran en Cajamarca hasta agosto de 1533 en que parte rumbo al ombligo del imperio inca, a la imperial ciudad de Qotsco (ombligo en quéchua), Cusco, El Cuzco, a través de uno de los afamados caminos incas. En abril de 1534 Pizarro sale de Cuzco, después de haber dejado en el trono al nuevo Inca, Manco Inca Yupanqui, siguiendo la ruta de Huamachuco, Callejón de Huaylas y Tarma para fundar la legendaria capital Jauja, una ciudad centrada en un rico y extenso valle, el Mantaro, feraz y frondoso, lleno de buenas perspectivas y garante de ricas encomiendas. Tanta bondad ofrecían estas ricas tierras que a la tierra que, en conjunto, ofrece tantas riquezas y felicidad y abundancia y prosperidad, se la conoce en nuestro castellano como Tierra de Jauja. Esta primera Capital del Perú, Jauja, será también la primera ciudad fundada por Pizarro con todo el ceremonial de estilo y con las disposiciones planimétricas que serían después aplicadas en Lima. Una plaza cuadrada al centro con su picota de la cual partían calles en forma de damero al estilo de las ciudades romanas mejoradas por los estudios del renacimiento.

Completada esta primera fundación Francisco Pizarro, nuevamente, se pone en camino hacia el sur que lo llevará a que el 18 de febrero de 1535 funde la ciudad de Los Reyes de Lima, alrededor del río Rímac, y en las cercanías del Valle de Lurín que acogía el sagrado sitio de culto y peregrinación de Pachacámac para varias culturas anteriores a la última, la Inca. La fundación de la Plaza Mayor se hace, curiosamente, al interior, alejada unos kilómetros de la, posiblemente inhóspita costa marina del Pacífico.



Plano de la Ciudad de Truxillo del Perú en el siglo XVIII

Y camino opuesto lleva Diego de Almagro que se dirige hacia la costa pero rumbo al norte. Al encontrarse con el fértil valle del Rio Moche descubre las bondades de la tierra y su clima y la cercanía al mar y funda una ciudad, el 6 de diciembre de 1534, a la que le pone el nombre de Ciudad de Truxillo de Nueva Castilla, en homenaje a la tierra natal de Francisco Pizarro. La ciudad se funda con la plaza mayor y un sistema en damero de distribución de solares, que aún permanece y que se debió a la hábil mano del riojano Capitán Don Martín de Estete. Se dice que, en un primer trazado, tenía 24 manzanas de casas. Como Teniente Gobernador, Martín de Estete nombró como primeros alcaldes a Rodrigo Lozano y Blas de Atienza, dos de los 31 vecinos fundadores. Francisco Pizarro, luego de fundar la ciudad de Lima, el 18 de enero de 1535, arribó para perfeccionar la fundación de Trujillo, nombre extremeño de su añorada tierra natal, bajo el patronato del apóstol Santiago, el 1 de marzo de 1535. La llevó solemnemente el 5 de marzo de 1535.



Plaza de Armas de Trujillo (foto AEB)


Como también sucedió con la ciudad de Lima, Trujillo se funda alejada de la costa unos cuatro kilómetros, lo cual no deja de llamarnos la atención ya que incluso, en este caso de Trujillo, la costa es un buen puerto natural, hoy encantador lugar llamado Huanchaco, famoso por sus pequeñas embarcaciones de pesca hechas de “totora” que reciben el nombre de “caballitos”. Tal vez fuese que en los tiempos de la Fundación de la ciudad los efectos devastadores del fenómeno climático llamado “El niño” asolasen la inmediatez de la costa.


Caballitos de Totora
Playa de Huanchaco (Trujillo) (foto AEB)

La ciudad de Trujillo se amuralló en el siglo XVII para poder ser efectivamente defendida de piratas y filibusteros. Por cierto que este amurallamiento se hizo siguiendo un diseño que Leonardo da Vinci había hecho para la ciudad de Firenze y con unos materiales que estaban a mano en un sitio cercano, como veremos posteriormente, 100.000 ladrillos de adobe.

Trujillo cobró especial importancia al estar a medio camino, en la costa, entre Lima y Piura y por el puerto de Huanchaco que recibía los barcos que venían de Panamá con escala en Piura. Fue tal el auge que cobró la ciudad que pronto fue sede de un Corregimiento que es uno de los primeros sistemas de administración, vínculo del poder real entre el Rey y las ciudades con actividades y funciones en actividades civiles y penales, obras civiles, sanidad, mercados y abastos e incluso militares.

Pero todo esto que se empezó a formar por la transculturización castellana a partir de las fundaciones del siglo XVI, desde cuando solamente eran las tierras de la Gobernación de Nueva Castilla hasta llegar a los años finales del Virreinato del Perú, no había comenzado en unas tierras yermas e infértiles, sin vestigios de una cultura anterior. En efecto, al llegar los castellanos al reino del Virú en 1532, en estas tierras trujillanas Diego Almagro debió encontrar las entonces, supongo que bien conservadas, increíbles extensiones de una ciudad hecha enteramente de barro ya que al ser toda esta zona tan seca, usar el barro como material de construcción garantizaba la longevidad de lo construido por sus especiales resistencias plásticas ante los movimientos sísmicos y la durabilidad ante la climatología.

Cuando los castellanos llegaron a estas tierras es posible que no encontrasen rastros de la presencia Inca, como no los hay hoy día. A pesar de que los Incas dominaban en su imperio hasta casi la actual Colombia no hay mayores rastros de su cultura en forma de edificios o templos. Los Incas se sobrepusieron en Pachacamac sobre los templos de las culturas Lima, Wari e Ishmay y así debieron hacer con el resto de las culturas anteriores que sojuzgaron. Atrás en el tiempo y olvidadas quedaron las antiguas ciudades o lugares de culto de Caral que existió entre los años 3000 al 1800 AC, o de Chavín de Huantar que floreció entre los años 1000 AC hasta el 300 DC y la precursora Wari que vivió entre el año 500 y el 1200 DC y que le enseñó a los incas a hacer caminos y templos en pirámide.



Cerámica Wari


los incas se superpusieron a estas milenarias culturas aprovechando lo que de ellas les era útil e introduciendo y solapando las suyas propias en una feliz amalgama que es la transculturización histórica. Los incas recibirán de los Wari el conocimiento de la producción agrícola en extensión, con el uso racional de sistemas de riego, que aún hoy reconocemos como grandes logros incas y realmente lo son de los Wari. Los Wari pusieron en uso moldes para la fabricación en serie tanto de vasos y tinajas como de bloques para la construcción.



Huaco de la cultura Wari


Pero de todas las ancestrales culturas anteriores a los Incas una de las más relumbrantes que se nos ofrece hoy, en toda su magnificencia, es la cultura Chimor o Chimú que tuvo su gran centro poblacional y de culto, en la mayor ciudad de adobes de barro del mundo, la ciudad de Chan Chan, que nació en el valle del río Moche y se desarrolló entre los años 950 y 1450 de nuestra era, más o menos la época de nuestra alta edad media casi hasta el comienzo de la edad moderna.
Dice la hermosa crónica anónima de 1604:


“Salió del mar y construyo muros eternos.
Su nombre era Tacaynamo y junto a miles de hombres
convirtió el barro en una ciudad”


Chan Chan es una palabra que nos llega por los relatos de los conquistadores, proviene de la lengua “muchik” “Na-Cham” que quiere decir “casa de la serpiente” o tal vez del “chimú” “Jang-Jang” que significa Sol-Sol. Cualquiera fuese denominaba a un conjunto de 10 ciudadelas amuralladas que eran la capital del reino de los Chimor que es la cultura que desplaza a los Wari y que viene a ocupar los espacios que antes ocupaba la cultura Mochica. El idioma que hablaban los chimú era el “quingnam” pero conservaron mucho del “muchik”.



Estancias de Chan Chan


Cuenta la leyenda que el fundador de la cultura Chimor o Chimú vino del mar, no se sabe de dónde, en una flota de balsas, con toda su corte y guerreros, llegó a la costa norte de lo que hoy es el Perú, en el valle de Moche, y fundó un reino. Su nombre era Tacaynamo y fue el primer soberano de Chan Chan, la ciudad más importante de Chimú. Tuvo un hijo llamado Guacricaur, y éste uno, al que llamó Ñancempinco. Fueron diez los reyes de esta dinastía. El último, Minchancaman fue derrotado por los Incas, quienes destruyeron la ciudad y dividieron al reino Chimú. ¿No fueron los Incas unos genocidas de los Chimú?



Pescadores chimús


Su obra más monumental es la ciudad de adobe de Chan Chan con sus bellísimos ornamentos modelados en la arcilla de las paredes frisadas con animales marinos como peces y nutrias o con bellas líneas y aves (pelícanos) siempre en altorrelieve. Hoy sabemos que tan bellos adornos de los frisos de las paredes fueron hechos con moldes la mayoría. Las líneas decorativas de peces se alargan en dos sentidos contrarios, tal vez indicando las dos corrientes marinas de la costa peruana, la fría que sube del sur y que hoy llamamos Humboldt y la que baja del norte, caliente, que llamamos El Niño; o tal vez solo representen la dualidad de la vida, el sol y la luna, lo masculino y lo femenino. Yo pienso más bien en los fenómenos del Niño y de la Niña que debieron marcar profundamente las vidas sociales por su inclemencia.



Líneas decorativas de peces en Chan Chan (foto AEB)


La forma como está organizada Chan Chan refleja que existió una fuerte estratificación, con clases sociales distintas ocupando diferentes áreas y edificios propios a su condición económica. Las ciudadelas, por ejemplo, están protegidas por altas murallas y tienen un solo acceso por el norte, facilitando el control de los que ingresaban y salían. Los muros estaban construidos con “quincha” que era la mezcla del barro con la caña. La superficie total que llegó a construirse es de casi dieciocho kilómetros cuadrados y llegó a albergar a doscientas mil personas.

La ciudad se divide en grupos de ciudadelas o enclaves, el primero de ellos denominado “las monjas”, luego siguen la “sala de los arabescos” conocida también como Palacio del Gran Chimú, la “ciudadela Velarde”, “Bandelier”, “el Laberinto”, el “Grupo Tello”, la “Ciudadela Uhle”, el “Palacio Imperial”, la “Ciudadela Tschudi” y finalmente la “Ciudadela Chayhuac”. El palacio del Gran Chimú está bellamente decorado con altorrelieves de serpientes y de pumas, representantes de mundo terrenal (el puma) y del submundo (la serpiente) y también vemos la presencia de “anzumitos” una especie de mezcla de lobo de mar y nutrias.



Anzumitos en Chan Chan (foto AEB)


Además del área nuclear, podemos distinguir en la organización de Chan Chan otras 2 zonas de importancia: Al sur y oeste de las ciudadelas, conjuntos de construcciones menores, aglutinadas, llamadas "barrios marginales" y "complejos arquitectónicos de elite", finalmente, una serie de estructuras dispersas como depósitos, caminos, pirámides, caminos, cementerios, acequias, huertos hundidos ("huachaques") y diques. Toda la construcción está cercada en forma rectangular, siempre en orientación norte-sur y se destaca el alto grado de planificación y de distribución.

En el interior de la ciudadela se pueden distinguir tres sectores: norte, central y sur. El sector norte es una plaza o patio con banquetas (muros bajos que pueden ser usados para sentarse) en su perímetro, con un acceso hacia el sur, al que se llega subiendo por una pequeña rampa. Este acceso conduce a las "audiencias" y los depósitos. Esta llamadas audiencias, son construcciones que vistas desde arriba tienen forma de "U" y que debieron albergar a un funcionario o personaje ligado a las más importantes funciones administrativas de la ciudad.

En el sector central se pueden encontrar la mayor concentración de construcciones dedicadas al almacenamiento de productos. Además se encuentra la "Plataforma Funeraria", pequeña pirámide truncada de baja altura, en el interior de la cual estuvo enterrado el Señor principal de cada una de las ciudadelas. La mayoría de estas plataformas fue saqueada en los primeros años de la conquista española (1532), aunque es posible que tal destrucción haya empezado antes, inmediatamente después de la conquista Inca.



Patio de ceremonias de Chan Chan (foto AEB)


El sector sur, por lo que se puede aún ver, es un cercado libre de construcciones, pero que, gracias a las excavaciones arqueológicas, sabemos que allí existieron estructuras hechas en materiales perecederos, con abundantes signos de actividades domésticas. Esta zona, fue el área de residencia, donde se ubicaron la cocina y los dormitorios. Seguramente por eso, es aquí donde se ubica el pozo de agua que abasteció a todos los habitantes de la ciudadela, uno de los 140 pozos existentes en la ciudad.

La cultura Chimú también tiene sus huacas. Las dos más importantes y más bellas son las huacas del Dragón o Arco Iris y la huaca de la Esmeralda. En la del Dragón o Arco Iris los frisos de sus murallas están decorados en relieve con figuras polícromas antropomorfas y representaciones estilizadas del arco iris. Este centro ceremonial chimú, es una de las huacas piramidales más antiguas del valle y en frisos con altorrelieves la más espectacular y más cargada de simbología de todas las Chimú. Se le calcula a esta huaca una antigüedad de 1.100 años. Es una edificación de adobe y barro, de forma casi cuadrangular, cuyas paredes presentan ornamentación en forma abigarrada. Su estructura presenta una sucesión de plataformas superpuestas orientadas de este a oeste.



Huaca del Dragón o del Arco Iris (foto AEB)


Se presume que originalmente debió presentar tres pisos. Una de sus funciones fue llevar a cabo celebraciones religiosas en honor al Arco Iris u otros fenómenos naturales relacionados con la lluvia y la fertilidad de los suelos. En lo decorativo, destacan en sus muros figuras en alto relieve de barro con representaciones zoomorfas y antropomorfas. La huaca ha sido denominada el Dragón por la importancia y notoriedad de una figura de alto relieve en uno de los muros principales, una serpiente bicéfala con fauces abiertas, parecida a un dragón, con un sin número de patas, a la manera de un ciempiés y en forma de arcoiris que hoy se interpreta como simbología de la fertilidad y del agua o la fecundación.



Detalle del Arco Iris o Dragón de la Huaca (foto AEB)


Una de las patas sostiene un “tumi” ceremonial y las fauces abiertas están por devorar a dos personas posiblemente un hombre y una mujer. Todos estos altorrelieves presentan imperfecciones y desigualdades lo que hace pensar que fueron hechos a mano sin el recurso de moldes.



Tumi de Lambayeque


Corría el año de 1457, aún faltaban muchos años, más de 70, para que los castellanos llegasen a estas tierras. El sol inclemente de estos eriales, los muros de Chan Chan y las Huacas cercanas serán mudos testigos del enfrentamiento de dos gigantes, dos imperios enfrentados en un momento crucial de la historia, los Chimú dirigidos por el valiente Minchancaman con sus poderosas huestes rebeldes y frente a ellos, como conquistador implacable, estaba el poderoso Tupac Inca Yupanqui (Cusco 1440-Chinceros 1493), hijo del gran Pachacutec y de la Coya Mama Anahuarque, y padre de Huayna Capac. Tupac Inca Yupanqui el exterminador de Chachapoyas, Huambos y Guayacondos, comandando uno de los ejércitos más organizados y disciplinados del nuevo mundo, y aliado con los Chinchas, estaba ya dispuesto a dar fin a una grandiosa civilización, los Chimú, y nada cambiaría ese hecho. Ante la casi inexpugnable ciudadela de Chan Chan solo los pudo vencer cuando cortó el acceso del agua del rio Moche a la ciudadela.

Este Sapa Inca continuó la construcción de llaqtas que eran ciudades o centros administrativos como Machu Pichu que era Hatun Llaqta; colcas o qollqas que eran espacios para almacenar bienes; pukaras que eran fortalezas como Puca Pukara –fortaleza roja- cerca de Cusco; callancas que eran los lugares de descanso de los arrieros y también lugares de almacenamiento de mercancías; los tambos (albergues o centros de acopio o, incluso, balneario como Tambomachay, y la ampliación del Capac Ñan que era la vía principal de comunicación con el Cusco, el camino del Inka.

El nuevo orden impuesto por los incas provocaba el descontento y rebelión de muchos curacas o señores regionales y de sus ayllus correspondientes. Los ayllus eran la institución social básica de los incas y venía a ser un conjunto de familias que descendían de un antepasado común, les unía la cultura y la religión, además de dedicarse en forma colectiva a la agricultura, la ganadería y la pesca. Estos ayllus trascendían a la nobleza, de modo que el parentesco podía establecer un linaje, llamado panaca, que atañía incluso al inca y su familia.

Túpac Yupanqui fue duro en la represión matando muchos pobladores del reino Chimú y trasladando a otros, a veces pueblos enteros, como mitimaes, es decir, como desterrados. La tradición incaica (aunque parece que la heredaron de los Wari) le atribuye la implantación del sistema de yanaconas, que eran prisioneros de guerra que, en lugar de ser ejecutados, eran llevados como personal de servicio perpétuo para la nobleza y el estado en servidumbre, institución que después los castellanos asimilarían de ellos y usarían en las encomiendas.



Mitimae recorriendo el camino del Inka


Al Sapa Inca Tupac Yupanqui se le atribuye el descubrimiento de Rapa Nui (Isla de Pascua) ya que fue un gran navegante; lo que unido a sus conquistas en el Tahuantisuyo hace que algunos autores lo llamen el Alejandro Magno de América, de hecho las tierras conquistadas por él son más extensas que las que conquistó Alejandro Magno, además de la travesía completa del Pacífico. En la actual Isla de Pascua quedan vestigios de un templo de clara influencia Inca en su construcción; y en su dialecto quedan muchas palabras quéchua incluyendo la famosa palabra “puka” que es el adorno que llevan los “moais” en forma de corona de pìedra de color rojo, precisamente el significado de la palabra quéchua “puka” que significa rojo. Evidencias de la presencia Inca en Rapa Nui se encuentra en las leyendas existentes en estas islas del Pacífico como la leyenda del Rey Tupa, presente aún en las islas Marquesas y en Rapa Nui con el nombre de Mahuna-te Ra'á, que significa el hijo del sol.

Y el agua puede haber sido una de las causas del exterminio de otras civilizaciones anteriores en la zona. Probablemente los actuales fenómenos del Niño y de la Niña también tuvieron su influencia en el colapso de las civilizaciones Chimú y parece que también en la Mochica.



El décimo Sapa Inca Tupac Yupànqui


¿Por qué unas civilizaciones sucumben? o ¿Por qué algunas civilizaciones son arrasadas por otras civilizaciones más poderosas? ¿Hay elementos externos, de la naturaleza que influyen en los auges y decadencias de las culturas?

Jared Diamond dice que cuando nos enfrentamos a la comprensión de los colapsos de algunas civilizaciones nos encontramos con una controversia principal y cuatro pequeñas complicaciones. La controversia tiene que ver con la resistencia que tenemos a la idea de que los pueblos del pasado hicieron cosas que contribuyeron a su propia destrucción. Los abusos contra el medio ambiente no son propios de nuestros tiempos, existieron en pasados remotos. Las complicaciones son los cambios climáticos (fenómenos del Niño y de la Niña) y la presencia y aumento de vecinos hostiles o la disminución de socios amistosos. Casi todos los libros de historia nos hablan de las dos últimas causas y recién ahora los historiadores, junto con los geógrafos y con los especialistas en climatología y en ecología, están comenzando a valorar las influencias de los cambios climáticos o las interacciones de las diversas culturas con su medio ambiente.

Jared Diamond asevera que las sociedades que acabaron desapareciendo se encontraban entre las más creativas, avanzadas y triunfantes de sus épocas, en lugar de ser estúpidas e ignorantes.

Una civilización sucumbe ante la fuerza de la que la continúa y la fuerza de ambas, aunada, es la que se transfiere a la siguiente y a esa transferencia continua es a lo que llamamos cultura o civilización.

Y esa es la historia de la historia, sin necesidad de escribir leyendas negras.