lunes, 30 de julio de 2007

ÉTIENNE DE LA BOÉTIE

Étienne de la Boétie

Discours de la Servitude volontaire oú Contr’un
(Discurso sobre la servidumbre voluntaria o Contra uno)

Pour être esclave, il faut que quelqu'un désire dominer et... qu'un autre accepte de servir
(para ser esclavo hace falta que alguno tenga
el deseo de dominar y que otro acepte servir)


…Es extremada desgracia el estar sujeto a un amo del cual nunca se puede asegurar que es bueno, ya que siempre está en su poder ser malo cuando quiere serlo.

…Cómo es posible que tantos hombres, tantas villas, tantas ciudades, tantas naciones aguanten a veces a un tirano solo, que no tiene más poder que el que le dan, que no tiene capacidad de dañarlos sino en cuanto ellos tienen capacidad de aguantarlo, que no podría hacerles mal alguno sino en cuanto ellos prefieren tolerarlo o contradecirlo.

…Si una nación es obligada a servir a uno por la fuerza de la guerra, como la ciudad de Atenas a los treinta tiranos, no debe uno asombrarse por eso, sino lamentar lo acaecido o, mucho mejor, ni asombrarse ni lamentarse, sino sobrellevar el mal pacientemente y esperar una mejor suerte en el futuro. Nuestra naturaleza es tal que los deberes ordinarios de la amistad insumen una buena parte del curso de la vida

…Los tiranos cuanto más roban, más exigen, más arruinan y destruyen, más se les da y más se les sirve, tanto más se fortifican y se hacen continuamente más robustos y vigorosos para aniquilarlo y destruirlo todo, pero si no se les da nada y no se les obedece, sin combatirlos ni golpearlos quedan desnudos y deshechos y no son ya nada, como cuando la raíz carece ya de jugo o alimento y la rama queda seca y muerta.

…El que tanto os domina no tiene más que dos ojos, no tiene más que dos manos, no tiene más que un cuerpo, y no tiene nada que no tenga el hombre más humilde de entre el gran e infinito número de los que habitan nuestras ciudades, a no ser la ventaja que vosotros le concedáis para que os destruya. ¿De dónde ha sacado tantos ojos con que os espía, si vosotros no se los disteis? ¿Cómo tiene tantas manos para golpearos, si no las toma de vosotros?

…Y de tantas indignidades que las mismas bestias no podrían sentir o no podrían aguantar, podéis libraros si tratáis no ya de de libraros sino solamente de querer hacerlo. Resolveos a no servir más y he ahí que ya sois libres. No quiero que lo empujéis o lo tiréis por tierra, sino solo que no lo sostengáis, y lo veréis, como un gran coloso a quien se ha sustraído la base, caer por su propio peso y romperse.

… Y a nadie puede ocurrírsele que la naturaleza haya ubicado a alguien en la servidumbre cuando a todos nos ubicó en la camaradería.

…Hay tres clases de tiranos: unos tienen el reino por elección del pueblo, otros por la fuerza de las armas y otros por sucesión de su estirpe. Aquel a quien el pueblo ha dado su poder debería ser, me parece, más soportable, y lo sería, como supongo, sino fuera porque desde el momento en que se ha elevado por encima de los otros, halagado por ese no se qué al que se llama “la grandeza”, decide no moverse de allí. Es cosa extraña observar como sobrepasan en toda clase de vicios y aún en crueldad a los otros tiranos, pues no ven otro medio para asegurar la nueva tiranía más que apretar tan fuerte la servidumbre y alejar tanto a sus súbditos de la libertad, que aún cuando el recuerdo de ésta siga todavía fresco, pueda hacérselo perder.

…Pero todos los hombres, verdaderamente, en cuanto tienen algo de hombres, antes de dejarse sujetar necesitan, una de dos, o ser obligados o ser engañados, obligados por ejércitos extranjeros, como Esparta o Atenas por las fuerzas de Alejandro, o por las facciones. Por engaño pierden muchas veces la libertad, y en esto no son tan frecuentemente seducidos por otro como engañados por ellos mismos.

…Los hombres, al nacer bajo el yugo y al ser luego criados y educados en la servidumbre, sin mirar ya hacia delante, se contentan con vivir como han nacido, no piensan tener otro bien ni otro derecho más que el que han encontrado, y consideran natural al estado de su nacimiento.

…(los venecianos) Son un puñado de hombres que viven tan libremente que el más perverso de ellos no querría ser el rey de todos, de tal modo nacidos y criados que no conocen otra ambición sino la de aconsejar mejor y vigilar con más diligencia para que pueda conservarse la libertad.

… La primera causa de la servidumbre voluntaria es la costumbre.

…Los que, teniendo limpio el entendimiento y clarividente el espíritu, no se contentan, como el grosero populacho, con mirar lo que está delante de sus pies, sino que inquieren atrás y adelante y recuerdan aún las cosas pasadas para juzgar las futuras y para medir las presentes.

…Simónides habló con Hierón (tirano de Siracusa) y le explicó la inquietud de los tiranos que, al hacer mal a todos, están obligados a temer a todos. Los malos reyes se sirven de extranjeros en la guerra y los tienen sueldo, no atreviéndose a poner las armas en manos de sus hombres, a quienes ha tratado injustamente. El tirano jamás cree tener bien asegurado su poder sino cuando ha llegado al punto de no tener bajo su dominio hombre alguno que valga.

… Los teatros, los juegos, las farsas, los espectadores, los gladiadores, las bestias extrañas, las medallas, los cuadros y otras drogas semejantes eran para los pueblos antiguos el alimento de la servidumbre, el precio de la libertad y los instrumentos de la tiranía.

…Siempre ha sido así el populacho: del todo abierto y disoluto para el placer que no puede experimentar honestamente y, al revés, para el dolor que honestamente no puede tolerar, insensible.

…El pueblo estúpido crea por sí mismo las mentiras, para después creerlas.

…Jamás ha sucedido que los tiranos, para asegurarse, no se hayan esforzado por habituar al pueblo no solo a la obediencia y la servidumbre, sino también la devoción hacia ellos. Lo que enseña, pues, a la gente a servir más a gusto, no les sirve casi a los tiranos sino con el pueblo ínfimo y grosero.

…No son las bandas de gente a pie, no son las armas las que defienden al tirano. No se podrá creer a primera vista pero, en verdad, es cierto: son siempre cuatro o cinco los que mantienen al tirano, cuatro o cinco los que conservan a todo el país en la servidumbre. Siempre ha sucedido que cinco o seis han tenido acceso al tirano y se han aproximado por sí mismo a él o han sido por él llamados, para ser cómplices de sus crueldades, compañeros de sus placeres, alcahuetes de sus lascivias y copartícipes de sus pillajes. Estos seis tienen debajo de ellos a seiscientos que se lucran. Estos seiscientos tienen, a su vez, a seis mil debajo de ellos, a los cuales han elevado y han hecho otorgar el gobierno de las provincias o el manejo del dinero, a fin de tener a mano su avaricia y su crueldad para que, cuando llegue la ocasión, las pongan por obra haciendo tanto mal que no puedan durar sino bajo su sombra ni exceptuarse de las leyes y el castigo sino por medio de ellos.

…Así el tirano reduce a servidumbre a unos súbditos por medio de otros, es guardado por aquellos de quienes, si algo valiesen, debería guardarse, y, como suele decirse, para partir el leño hace cuñas con el mismo leño.

…Cuán grande es el número de los que, después de haber ganado por malos medios la privanza de los príncipes, después de haber utilizado su maldad o abusado de su simpleza, fueron al final aniquilados por estos mismos.

…El pueblo espontáneo no acusa del mal que padece al tirano, sino a quienes lo gobiernan: los pueblos, las naciones, todo el mundo a porfía, hasta los campesinos, los labradores, saben sus nombres, descubren sus vicios, amontonan sobre ellos mil ultrajes, mil villanías, mil maldiciones; todas sus oraciones, todos sus votos van dirigidos contra ellos; todas las desgracias, todas las pestes, todas sus hambrunas se las achacan y si alguna vez les rinden, por cumplido, un honor, al mismo tiempo los maldicen en sus corazones y sienten hacia ellos un horror más profundo que hacia las bestias salvajes.

…Creo firmemente, y no estoy engañado, puesto que nada hay tan contrario a Dios, enteramente liberal y benigno, como la tiranía, que Él reserva allá para los tiranos y sus cómplices una pena particular.


…¿Cómo puede ser que tantos hombres, tantos burgos, tantas ciudades, tantas naciones, soporten a veces a un solo tirano, que no tiene más poderío que el que se le concede y que no tiene más capacidad de dañar sino en tanto se le aguanta, que no podría hacer mal a nadie si no se prefiriera soportarle a contradecirle?

Gran cosa es, y más triste que asombrosa, ver a un millón de hombres someter su cuello al yugo no obligados por una fuerza mayor sino por el solo encanto del nombre de uno.



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Étienne de La Boétie, abogado, escritor y poeta, precursor de la idea de los derechos humanos, cultor de la desobediencia civil no violenta, pensador incómodo y político francés, nace en Sarlat (Perigord) el 1 de noviembre de 1530 y muere a la temprana edad de 32 años en Germignan el 18 de agosto de 1563 por peste. Estudioso de los autores clásicos griegos y latinos, saca de ellos las lecciones para que a los 18 años escriba su "Discours de la servitude volontaire ou Contr'un" (Discurso sobre la servidumbre voluntaria o el Contra uno), publicado en 1576. Su juvenil ardor y sus enjundiosos estudios hicieron que después de ver cómo ciento cuarenta plebeyos eran ejecutados por rebelarse contra el pago de un impuesto sobre la sal, Étienne de La Boétie no pudiera soportarlo y escribiese:


“Cuando vemos a un millón de hombres que no acometen contra uno solo, que sin miramiento los trata como siervos y esclavos, ¿cómo podríamos llamar a eso?”

La obra no está dedicada a combatir la tiranía de los reyes de la época ni a criticar las luchas que facciones de católicos y hugonotes protagonizaban en las guerras de religión en la Francia del siglo XVI. En los tiempos de la Reforma y el Renacimiento la sevicia había alcanzado cotas altísimas lo cual contribuyó a la toma de conciencia de los conceptos de igualdad y libertad. La Boétie pone de relieve en el fenómeno de la tiranía, además de la inmoralidad del amo, la inmoralidad del siervo cuando éste es cómplice de aquélla. Y es que sin la anuencia del pueblo puede, en efecto, alzarse el déspota, pero no mantenerse.

De la Boétie escribe su discurso basándose en los hechos de la historia antigua, pero en el fondo, plenamente convencido de que no hay nada nuevo bajo el sol y que todas las miserias y todas las tragedias del hombre actual tenían su parangón en el mundo antiguo. Esto será tan válido para el siglo XVI de su tiempo como para el nuestro del siglo XXI. Las miserias del tirano y las tragedias del hombre siguen siendo las mismas, en todo tiempo y en todo lugar, pues no hay en la actualidad un solo lugar en el mundo en el que el “Discurso sobre la servidumbre voluntaria” sea innecesario aunque cada vez que la historia se repite no deja de ser una parodia replicante de si misma.

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