lunes, 6 de agosto de 2007

LA COLONIZACION CASTELLANA


la Historia hay que escribirla con un margen de distancia en el tiempo que haga posible una visión objetiva de los hechos. La contemporaneidad de los sucesos históricos le quita perspectiva al historiador, sobre todo cuando se mantienen intereses creados en su dialéctica interpretativa.

Esto viene a cuento porque, en el diario el Nacional, leí con muchísima satisfacción y deleite un artículo, por cierto encabezado con el genérico título de: “Historia viva”, del Dr. Jorge Olavaria y que titula como “Empecemos, tenemos con qué”. Quiere este artículo hacer un relato histórico somero de los antecedentes de la historia venezolana que explican el tiempo presente o que explican como se puede mejorar el tiempo presente porque hay elementos históricos heredados con que poder hacerlo.

La historia de España, como la mayor parte de las historias, es un compendio de leyendas interesadas o “leyendas negras”. Posiblemente sea la Historia de España la más estigmatizada con estos relatos o con estas creencias, que ya parece que forman parte del pensamiento vulgar sin más discernimiento. Decir que la colonización española de las tierras de América es lo peor que le pudo haber ocurrido a estas tierras es un simplismo histórico que, por repetido, ya casi parece verdad testifical. No quisiera entrar en comparaciones con otro tipo de colonizaciones porque eso nos daría a la nuestra un ventajismo cierto, por más que le pese a mi buen amigo el Dr. Ernesto García McGregor, conocido denostador de las bondades (que las tuvo y muchas) de la colonización española en América. Y esto debería saberlo por lo que le adeuda a sus ancestros de origen castellano, que le dieron su apellido García, aunque parece que en sus opiniones le pesen más los puntos de vista que manejaron los antepasados a los que les debe su apellido anglosajón McGregor. No en balde han sido los anglosajones los principales inventores, y beneficiarios, de unas cuantas “leyendas negras” sobre los españoles, seguidos de los franceses y holandeses.

Por eso, encontrar artículos como el del Dr. Olavaría, y en estos tiempos en que tanto se acude a estereotipos de salón cursi, es digno de resaltar. Y uno de los primeros comentarios que quiero compartir hoy con Uds. es una apreciación muy importante en la que yo insisto mucho para diferenciar los nombres. La colonización americana fue una labor de castellanos y fue una empresa iniciada y alentada por la reina de Castilla, Doña Isabel de Trastámara. Los Aragoneses de Don Fernando estaban dedicados a sus conquistas mediterráneas, estaban dedicados a sus reinos de Sicilia y Nápoles. Aunque siempre se habla de la unión de Castilla y Aragón, por el vínculo matrimonial, es cierto que nunca se unieron porque tenían leyes distintas e incluso sistemas económicos muy diferentes. De hecho a la muerte de Isabel, Fernando regresará a su reino de Aragón. La Corona de Castilla comprendía los antiguos reinos de León y Castilla, el Señorío de Vizcaya y las Hermandades de Guipúzcoa y Álava, Extremadura y los territorios de las órdenes militares; así mismo comprendía los reinos de Andalucía, excepto Granada. Por su parte el reino de Aragón comprendía los reinos de Aragón, Mallorca, Valencia, Cerdeña y Sicilia y los condados de Barcelona, la Cerdaña y el Rosellón. Cuando en una de las bulas papales que dirimió el conflicto entre Castilla y Portugal, el Papa Alejandro VI dispone que las Indias Occidentales deben quedar a favor de los Reyes Católicos y sus sucesores en la Corona de Castilla:

“...donamos a vos y a vuestros herederos y sucesores, los reyes de Castilla y de León”

Si, la labor americana fue una labor castellana.

Sostiene el Dr. Olavaria que, en los casi cien años transcurridos entre 1492, fecha del descubrimiento, hasta 1598, fecha de la muerte de Don Felipe II, se desarrolla:

“el más portentoso fenómeno de integración cultural de la historia de la civilización cristiana occidental: la fusión y la incorporación de los pueblos aborígenes de América con los pueblos hispanos de Iberia”

La historia de la civilización es la historia de las sucesivas colonizaciones. Por eso el denostar una colonización por el solo hecho de serla ya es un simplista punto de arranque de acercamiento a la historia de los pueblos. Los ciudadanos de la ciudad de Roma colonizaron los vecinos pueblos etruscos y de su conjunto nació un imperio que colonizó la Galia y a Hispania y estos a su vez fueron colonizados por otros pueblos en un largo, larguísimo, camino de ascenso en la historia de los pueblos. ¿Podemos decir ahora que la colonización romana de Hispania fue mala? ¿Podemos estar llorando aún las bondades de nuestra cultura pre-romana? Los procesos históricos de auge y decadencia de los pueblos son los mismos procesos de auge de culturas y transculturizacion de otras que las dominan. Las causas de estos procesos son materia de miles de libros especializados en el tema. A nosotros nos interesa el conocimiento de una realidad.

Los reinos cristianos, que casi ni se identificaban como tales con el nombre de España, hablando mayoritariamente un idioma que apenas tenía 400 años de haberse comenzado a formar y a expandir, van a colonizar, en un espacio de cien años, unos territorios tan extensos que se podía decir con admiración que: “en sus tierras no se ponía el sol”. Y a esta ocupación física de tierras le siguió la transculturización de Occidente. Nos recuerda el Dr. Olavaria que:

“las leyes de Indias preexistían al descubrimiento de América porque habían sido copiadas de las leyes que habían normado el proceso de reconquista de las tierras moras que había terminado en 1492 y de la experiencia catalano-aragonesa del Mediterráneo”

Y así también, en una fecha tan cercana al Descubrimiento como 1511, el Padre Montesinos ya denuncia los excesos en el trato con los indios en un claro sentimiento de cuido y protección que predice a toda la legislación de las Indias.

Cuando se cumplen los primeros 100 años de la colonización ya existen en América tres Universidades y se habían fundado todas las grandes capitales americanas encabezando la, entonces y hoy, más poblada ciudad de habla castellana, Ciudad de México. Y al cabo de ese tiempo ya se conocían de un lado y otro la mayor parte de los productos agrícolas intercambiados por desconocidos, lo mismo que los diferentes animales. Unos y otros le producirán al idioma castellano una buena cantidad de palabras nuevas para poder designar todo esto.

Destaca el Dr. Olavaria la importancia de los diferentes escritos de la época para significar sus aportes, los derechos humanos incipientes promovidos por el Padre de Las Casas, lo mismo que los escritos de Pedro Cieza de León. Cito de nuevo al Dr. Olavaria: “La cultura de los pueblos de América nace con cataratas literarias que son obras de arte”. Y una cuestión importante, que a veces olvidamos, los pueblos aborígenes no tenían lenguas escritas.


Es curioso el atraso en esta área, que el hombre había resuelto hacía ya varios miles de años en Babilonia. Pues bien, los españoles aportan su alfabeto fonético para escribir las lenguas aborígenes y de esa manera las han conservado hasta nuestros tiempos. Este aporte de un alfabeto fonético lo hace una lengua que es la primera lengua romance en escribir una gramática, obra que le debemos a Elio Antonio de Nebrija y que fue publicada en el emblemático año de 1492. ¡Cuanto se le debe a esta fecha!

Y, ¿saben por qué fue preciso hacer un alfabeto fonético para estas lenguas? Porque los misioneros quería evangelizar en el idioma de los propios aborígenes. Pues gracias a este esfuerzo por hacer la evangelización, se han conservado los idiomas fonéticos, las historias de estos pueblos, las leyendas y las costumbres y, en fin, todo lo que es el aporte cultural, todo lo que, según Jean Rostand, es cultura: “Lo que el hombre le añade al hombre”. Este tipo de inquietud en el respeto y cuidado de idiomas y costumbres indígenas fue una constante en aquel otro importantísimo y nunca bien explicado experimento que llevaron a cabo los Jesuitas en las “Reducciones del Paraguay”. El que en la actualidad no se hable el idioma caribe es de tan iluso lloroso recuerdo, como el de que en España no se hable hoy el íbero o el tarteso o el mozárabe.

Me parece importantísimo que el Dr. Olavaria nos lo recuerde a todos, a los españoles para rescribir nuestras leyendas negras y para los destinatarios de esta magna obra para que reciban la herencia con la humildad con que se reciben los conocimientos. España le aporta a América, inmediatamente con su lengua castellana, todo el caudal escrito de la época, recordemos que en España está en auge el fenómeno cultural que llamamos “Humanismo” y que en Italia se llamó “Renacimiento”, y llevará a México la primera imprenta en 1539. El espíritu humanista de la colonización fundará la primera Universidad en América en Santo Domingo en 1538 y a ella le seguirán México y Lima en 1551. La primera fundación se adelantará en 100 año a la de Harvard (1636), y en mucho más a las de Yale (1701) , Princenton (1746) o Madrid (1770). Recordemos que la famosísima Universidad de Alcalá de Henares se había fundado en 1498, pero apenas comenzó a impartir clases en 1508 y que solo 31 años después se funda en América la primera Universidad cuando apenas estaban comenzando a colonizarse estas tierras.

La Historia de España y el aporte de la cultura castellana o española no se deriva solo de los sucesos de comienzos del siglo XIX como solo se quiere hacer ver muchas veces. Es mucho más que eso. Hoy suenan unas voces que, además de alarmarme, me sorprenden por el uso interesado que se les está dando en el contexto político actual. De ahí que artículos como el del Dr. Jorge Olavaria deben ser destacados y difundidos de un modo profuso.

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