A través de los sistemas computarizados, todos los días, creamos textos y creamos cifras y guarismos y cálculos que vamos almacenando en el disco duro del ordenador o en diskettes. Estos archivos así obtenidos han sido elaborados por unos programas de computación que en el caso de los textos puede ser Word y en el caso de los números puede ser Excel, los mismos programas que debemos usar para poder leer estos archivos. Si almacenamos todas estas informaciones producidas bajo estos formatos en discos duros o en diskettes, no sabemos durante cuanto tiempo van a poder ser leídos o recuperados. No disponemos de datos ciertos acerca de cuanto durarán los datos que en forma de bytes están almacenados en los discos, no sabemos el efecto que el paso del tiempo va a producir en estos discos y en los datos electromagnéticamente grabados. Y, así como no disponemos de esta información sobre la durabilidad del dato grabado, tampoco sabemos si vamos a conservar por el mismo tiempo los programas de computación que sean capaces de leerlos.
Yo aún guardo diskettes de unos formatos (5.25” y 8” ) que ya no pueden ser leídos por los ordenadores porque ya no se fabrican unidades de lectura de 5.25” y de 8”. Y, además, los textos grabados allí eran, por ejemplo, textos escritos con un programa de procesamiento de textos que se llamaba Valdocs, programa que prácticamente ni existe. Lo mismo podría decir de los archivos que guardan datos obtenidos a través de hojas de cálculo como Visical. Y este problema se nos presenta con archivos que apenas tienen unos años de existencia. ¿Cómo aguantarán el paso de tres o cuatro minutos de la historia humana?, es decir, como aguantarán trescientos o cuatrocientos años de historia.
Lo mismo ocurre con los discos de música grabados en formatos de discos digitales, ¿cuánto durará ese registro?; al cabo del mismo tiempo, ¿habrá algún sistema que aún los pueda leer?. He leído que un científico ha aseverado que las grabaciones digitales no durarán cien años y que hay una bacteria que se alimenta del material de policarbonato de los CD.
Registros escritos o registros electromagnéticos. Este dilema es posible que la ciencia lo resuelva. Es posible que la ciencia cree los sofisticados sistemas que preserven los datos que estamos produciendo en la actualidad y que cree los sofisticados sistemas que los puedan leer. ¿Libros escritos o libros virtuales?. A través de la historia del hombre, éste ha creado sistemas para transferir al futuro la memoria del presente. Desde el hombre del cuaternario que pintaba en las cuevas paleolíticas escenas de caza o pintaba animales y cosas, hasta nuestros días, el hombre se ha ocupado de preservar el conocimiento y legarlo a los descendientes, el hombre se ha ocupado de legar una memoria, escrita o pintada o incluso bajo la forma de estructuras arquitectónicas.
En un primer estadio el hombre utilizó solamente los signos grabados o pintados en petroglifos, en un primer intento de hacer coincidir una forma con un signo material. El siguiente estadio fue el hacer coincidir el lenguaje con la manifestación escrita, a través del cual varias figuras intentan comunicar una frase o una vivencia. Este avance en los sistemas de escritura es el que se denomina sistema sintético (ideenschrift) y lo usan aún los esquimales y algunas tribus indígenas de Norteamérica.
Un paso más importante fue hacer coincidir una imagen con un solo símbolo en lo que conocemos ahora como sistema ideográfico o analítico (wortschrift) ya que los signos tienen un valor constante en el tiempo y además la frase puede ser descompuesta en los signos que la componen y que tienen valor propio y estable.
La escritura jeroglífica egipcia es un sistema de escritura ideográfica, su nombre deriva del griego “grámmata hierogliphiká” que se traduce como “letras sagradas grabadas”. Las unidades son ideogramas que, en este caso, son figuras estilizadas del objeto que se quiere denotar. El arqueólogo francés Jean-François de Champollión nos tradujo, en 1822, los ideogramas egipcios al haber interpretado correctamente la famosa “Piedra de Rosetta” que era una piedra de basalto de 750 Kgrs. de peso, descubierta en el delta del Nilo en 1799, en el puerto de Rashid, que los franceses llamaron Roseta, y de quien recibe el nombre. Esta piedra contenía escritura jeroglífica, demótica y griega sobre un mismo texto que, en realidad, es un compendio de normas para un canto funerario a Tolomeo V (208-180 a.c.). A partir de esos textos (dos desconocidos ya que el demótico también estaba sin traducir) fue haciendo las correlaciones entre ideogramas y palabras griegas. La primera palabra fue traducida en 1814 por Thomas Young, y fue precisamente Tolmis, el nombre de Tolomeo V. Champollión completó el trabajo en casi diez años de arduo trabajo, poniendo fin a un misterio sobre el significado de los jeroglíficos que había durado muchísimos años. Según Champollión la escritura jeroglífica había utilizado, también, un alfabeto fonético en el que los signos correspondían al sonido inicial de la palabra que representaban; esto era necesario para poder transcribir nombres extranjeros a la lengua egipcia. Champollión dedujo que este alfabeto fonético fue el modelo para los alfabetos de hebreos, caldeos y sirios. Como muchos otros objetos arqueológicos que esperan regresar a sus lugares originarios, esta piedra de Roseta se conserva en el Museo Británico de Londres.
la primera frase traducida comenzaba así:
"... durante el reinado de PTOLEMY VIVA POR SIEMPRE QUERIDO PTAH DIOS EPIPHANES EUCHARISTO hijo Rey Ptolemy y Reina Arsinoe Dios Philopatores es benefactores del templo y vive en el así como sus asuntos Dios y Diosa (como Horus hijo lsis y Osiris que vengó a su padre Osiris) y es benevolente al disponer hacia Dios...”
Este sistema ideográfico es, también, el que usan los chinos con sus ideogramas propios y los japoneses tomaron de los chinos este sistema y a sus caracteres ideográficos se les llama “kanji”. Este sistema sinojaponés es sumamente complejo ya que en la actualidad cuentan, oficialmente, con 1850 ideogramas de uso común.
No todos los textos escritos encontrados han sido traducidos. Se conservan textos de los cuales solo se sabe el nombre de la lengua y no sabemos si algún día alguien encontrará un sistema de traducción. Recordemos que en tiempos de Jesucristo, en Palestina, se hablaba arameo, pero el sumerio hacia mil años que era una lengua muerta y el hebreo bíblico lo mismo. La mayor parte del Antiguo Testamento fue escrito en lo que ahora se conoce como hebreo antiguo. Una pequeña porción fue escrita en arameo. El Nuevo Testamento fue escrito en griego koiné (la lengua del pueblo) a diferencia del griego clásico que era la lengua que usaban los escritores de ese tiempo. Aunque la Biblia todavía se leía en hebreo en las sinagogas en el tiempo de Jesús, el arameo había llegado a ser el idioma popular del pueblo judío; Jesús también habló arameo. Pero aún tenemos sin traducir los jeroglíficos hititas, la escritura cretense, la escritura de la región del Indo, las escrituras protoelamitas y los glifos mayas.
El hombre al profundizar este sistema ideográfico comienza a separar las escrituras basadas en ideografías con las escrituras basadas en las composiciones de signos o silábicas. En esa transición de las ideográficas a las silábicas podemos ubicar a la escritura cuneiforme, que empezó como una escritura de signos ideográficos y acabó adoptando símbolos silábicos. Silábico significa “articulado” y en el caso de la escritura cuneiforme (símbolos en forma de cuñas) poco a poco se va haciendo más lineales y más simétricos.
Esta escritura desembocó en la alfabética, que es el sistema de escritura del lenguaje articulado en el que un signo específico representa un sonido. El conjunto de sonidos es el lenguaje y la representación simbólica de esos sonidos es la escritura alfabética. He ahí unos de los mayores logros del ser humano en su ascenso en la complejidad consciencia. Dos mil años antes de la era cristiana, en tierras de la actual Siria, se comenzaron a escribir lo que hoy conocemos como escrituras “ugaríticas”, “seudojeroglíficas”, “protosinaíticas” y de “egeas”, las cuales, finalmente, dieron el alfabeto fenicio formado por consonantes exclusivamente y que se perfeccionó en los sistemas griegos y latinos. Los romanos utilizaron profusamente la escritura, tanto etrusca como latina, en piedras y estelas funerarias. Conservamos muchísimos epígrafes romanos que nos han dejado el testimonio escrito de usos, costumbres, familias, lugares, etc.
Epígrafe de los Cilúrnigos (Gijón, circa I-II, D.C.)
Esta lápida funeraria contiene la inscripción que la ciencia de la epigrafía ha copiado, transcrito y traducido como:
MEDVGENVS.CESAR
ONIS.SIBI.ET.F.RUT
ILIO.ANNORVM.VX
EX.GENT.(T)E.CILVR
NIGORVM
(MEDEGENUS CESAR/ONIS SIBI ET F(ILIO) RUT/ILIO ANNORUM VX EX GENTE CILUR/NIGORUM)
(Medugeno. Hijo de Cesaron, para sí y para su hijo Rutilio de 15 años, pertenecientes a la gentilidad de los Cilúrnigos)
Esta lápida funeraria nos habla de la existencia en Gijón del gentilicio de los Cilúrnigos, habitantes de esta localidad astur y de sus alrededores. De ahí la importancia del testimonio escrito para la interpretación histórica.
¿Y mas allá?. Hay experimentos con escrituras basadas en la preeminencia de las consonantes (un volver al alfabeto fenicio) superando el sistema ideográfico tal como lo usan los tibetanos y los etíopes. Un mas allá fue intentado con los sistemas de escritura alternativos como el alfabeto Morse por medio del cual las letras son “traducidas” en sonidos producidos por impulsos radioeléctricos más o menos largos (punto o raya y sus combinaciones diferentes). Este sistema tuvo una gran difusión en los tiempos del comienzo de las transmisiones vía radio y hoy está casi en desuso. Otro sistema alternativo fue el producido para los ciegos por Louis Braille por medio del cual las letras alfabéticas eran sustituidas por unos símbolos formados por puntos en relieve. Sus diferentes formas y disposiciones componen el alfabeto.
Hoy existe un sistema de escritura mucho más críptico y no visible que es la escritura en forma de bytes por medio de la cual se convierten las letras del alfabeto en bytes del sistema binario. Hoy las letras de la escritura son “1” o “0”, que es el idioma que leen los ordenadores.
Este brevísimo recorrido por los sistemas de escritura, interesante y sumamente prolijo, me lleva al tema central, que es la persistencia en el tiempo de esa memoria escrita. Ya tenemos la escritura, ya sabemos escribir, pero ¿dónde escribimos? ¿En qué material de soporte lo hacemos para que perdure?. ¿Escribimos en la actualidad de forma que ese testimonio perdure en el tiempo? ¿Estamos produciendo documentos que puedan ser leídos y comprendidos dentro de cuatro mil años?.
Un estudio de la Universidad de Berkeley de 1999 estableció que la tasa de producción anual de información se calculaba en 250 megabytes por cada habitante de la tierra. Pero, de toda esta producción de información, solamente el 0.003% se hace en formato impreso sobre papel. Pudiera parecer una cantidad insignificante pero, dados los números que se manejan, se darán cuenta que la producción escrita sobre papel es inmensa. Lógicamente es muchísimo mayor la información almacenada en discos duros y bandas magnéticas que en papel. Por lo práctico del almacenamiento y recuperación de esa información y por lo barato del costo del almacenamiento en memorias electrónicas se entiende que se lleve la mayor parte del porcentaje de almacenamiento sobre el papel.
Un estudio de Michael Lesk de la Universidad de Arizona nos indica que, por ejemplo, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos creció de 0.03 Terabytes almacenados en 1995 hasta 1.6 Terabaytes en 1997, es decir que en dos años la memoria almacenada se multiplicó por 533 (1 Terabyte = 1000 Gigabytes; 1 Gigabytes = 1000 Megabytes). Este número se calcula suponiendo un total de 20 millones de libros con un tamaño de 1 MB cada uno. Pero otros textos o archivos ocuparían mucho más espacio. Así 13 millones de fotografías (que también es memoria escrita en forma de imágenes) en formato JPG de 1 MB cada una, ocuparían 13 Terabytes. 4 millones de mapas de la División de Geografía ocuparían 200 Terabytes y cada una de las 500.000 películas ocuparían 500 Terabytes. 3.5 Millones de grabaciones de sonido, en un CD cada uno, ocuparían 2.000 Terabytes. El tamaño total requiere al menos 3.000 Terabytes de almacenamiento. Y esto es solo la Biblioteca del Congreso.
Pero, ¿cuanto nos durará esta información así almacenada?. Hoy podemos leer la estela funeraria de aquel olvidado Cilúrnigo de hace 2000 años, pero ¿alguien leerá, dentro de otros 2000 años, los que estamos escribiendo y almacenando hoy?
Los soportes de la escritura han sido muy variados en el tiempo, comenzando por las propias rocas de la cueva que habitaba el hombre del cuaternario, o los petroglifos. Los chinos, al igual que los sumerios, utilizaron las tablillas de arcilla para escribir sobre ellas con un buril sus caracteres cuneiformes. Estas tablillas se coleccionaban para formar las bibliotecas como la de Nínive que contaba con 20.000 tablillas, 700 años antes de la era cristiana. Los romanos utilizaron tablillas recubiertas con una fina capa de cera que era removida formando los caracteres con el uso de un estilete. De estos sistemas es evidente que el de arcilla es el que mejor se ha conservado en el tiempo y hoy disponemos de tablillas con escritura cuneiforme con antigüedades de casi dos mil años.
Pero el paso más importante se dio hace unos cinco mil años cuando se transcribieron a hojas de papiro preceptos religiosos y normas de conducta o asuntos de interés público. Y esto fue así ya que se consideraba que el arte de la escritura era un arte sagrado destinado solamente a sacerdotes iniciados.
Son los egipcios quienes descubren que se podían hacer unos soportes para la escritura y el dibujo de imágenes, con una hoja herbácea (Cyperus papyrus) que crecía en las orillas del Nilo, el Papiro, llamada comúnmente Junco del Nilo. Los tallos de esta planta se cortaban en tiras y estas se disponían en forma superpuesta y cruzada formando un entramado plano, se cubrían con una tela y se las machaba con un martillo o se prensaban durante varias horas para alisarlas y que el jugo que soltaban las uniese como aglutinante. Las hojas que se obtenían, “Charta papyracea”, se secaban y se almacenaban uniéndolas de veinte en veinte para formar lo que se llamaba un rollo de hasta 40 metros de largo que se llamaba “umbilicus”. Se escribía sobre ellos con un cálamo mojado en una tinta. Muchos rollos están escrito por un solo lado y reciben el nombre de “anapistógrafos” y si están escritos por los dos lados reciben el nombre de “opistógrafos” .
Papiro
Todos los textos escritos en papiro son joyas del arte tales que han hecho que a esta civilización egipcia se la conociese por ello como la “civilización del papiro”. En este soporte no sólo se escribió en jeroglífico, también se hizo en hierático, en demótico, en arameo y copto, en árabe e incluso en griego y latín. Esta técnica de fabricación fue monopolizada por los egipcios centralizando su producción y elaboración de textos en la Biblioteca de Alejandría. Para el siglo II AC el centro cultural de producción de textos se había trasladado a la ciudad de Pérgamo donde Eumenes II estaba formando la también famosa biblioteca de Pérgamo. Pero todo giraba alrededor de la producción del Papiro, el mejor elemento conocido hasta la fecha para la escritura y el dibujo de imágenes. A pesar de ser un material tan frágil se han conservado muy bien en el tiempo debido al clima seco de la zona. El más antiguo que conocemos data del tercer milenio antes de Cristo y su uso duró hasta la Edad Media ya que conservamos diplomas merovingios, documentos vaticanos del siglo XI y los famosos “papiros ravenates”.
Cuenta el historiador Plinio, en un texto recogido por Varrón, que Tolomeo Filadelfo, Rey de Egipto, de la dinastía de los Lágidas, temeroso de perder la hegemonía cultural ante Pérgamo, prohibió la exportación de Papiro hacia este reino. Eumenes II se vio obligado a buscar alternativas al papiro como sistemas de sustento de la escritura y, felizmente, se descubrió el uso de pieles de animales como ovejas, antílopes, gacelas, ciervos o vacas, que, tratadas adecuadamente mediante el curtido con cal y piedra pómez, las transforman en una materia blanquecina y flexible sobre la que se podía escribir. Los griegos y los romanos llamaron a este material “membrana”, aunque de todas las pieles prefirieron las de ternero, que llamaban “vitellus” , o de corderos nonatos ya que ambos tenía pieles muy blancas y mucho más finas para la escritura, que hecha en este medio llamaban “charta virginea” . Por ser en Pérgamo donde se descubrió y se perfeccionó esta técnica, al material de sustento así obtenido se le llamó “pergamino”. Sus especiales condiciones de resistencia y duración y el hecho de que permitía ser teñido con púrpuras hizo que sustituyese rápidamente al papiro. Sus hojas se organizaban en “quarteniones” , mucho más fáciles de manejar que los “umbilicus”. Además todos los pergaminos se podían escribir por las dos caras e incluso proveyeron el primer material de sustento reciclable ya que estos pergaminos permitían raspar la escritura anterior y escribir de nuevo. Este tipo de pergaminos reescritos, después de haber sido raspados, se conocen con el nombres de “palimpsestos”.
Este nuevo soporte va a revolucionar la escritura ya que es un soporte bueno, versátil, duradero y económico e incluso reusable. Tan es así de bueno que, en la época del Emperador Constantino en el siglo IV DC, la Iglesia comienza a escribir obras completas en este soporte y comienza a desarrollarse la técnica de la escritura de pergaminos en los “pergaminarii” de los conventos monacales con el desarrollo de las técnicas del miniado que darían origen a los libros miniados.
MoOe bNo!!JeJeJe!!
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