Traigo a colación este título, tan debatido, del enigma histórico de la españolidad. debido a una aseveración del Marqués de Lozoya citada por mi buen amigo Jesús Suárez Ameneiro en su artículo sobre la Hispanidad:
“ En América, como en todo, España dio a América lo que tenía. La colonización generosa de Roma y España, tan diversas de los países sajones...” .
Quisiera hacer dos puntualizaciones que me parecen precisas a estas alturas de la historia. Ni España colonizó América ni fue la herencia romana lo aquí dejado en la colonización.
En efecto, la colonización de América fue una labor eminentemente castellana; es el reino de Castilla quien la emprende, de allí son los dineros que la costearon, de allí salió el idioma de la colonización y de allí salieron los títulos que en tratado entre el reino de Castilla y Colón fueron utilizados posteriormente. Pero no es este punto en el que quiero detenerme, en otro momento podemos escribir más extensamente sobre la españolidad, el sentimiento de nacionalismo o de estatismo que acompaña al nombre de España.
Quiero mas bien explayarme en el sentido de que si aceptamos como una generalidad la colonización española en América, como una manera de incluir dentro de esa palabra todo lo que supone el bagaje de la palabra cultura, entonces no podemos asegurar, de ninguna de las maneras, que nuestra colonización es una colonización de base cultural romana.
Se debate desde hace muchos años sobre si la España actual es más un conjunto cultural, idiomático e idiosincrásico de ascendencia romana o árabe. Dos grandes historiadores españoles fueron los abanderados de estas dos tendencias, Claudio Sánchez-Albornoz por la ascendencia romano-visigótica y Américo Castro por la ascendencia árabe-judía.
Como siempre que se conjugan posiciones extremas, y en este caso las batallas libradas sobre el papel para hacer valer las razones históricas de cada cual fueron bastante violentas, un justo medio es la combinación que más se debe ajustar a la realidad histórica.
Es mucho más conocido, está mas vulgarizado, el conocimiento de que nuestra cultura o identidad española es más una herencia romana que otra cosa, sin darnos cuenta de que a nuestro alrededor vibra un mundo de esencias arábigas que nos es mucho más cercano en el tiempo y que deviene de un encuentro de dos culturas que duró casi ochocientos años. Habría que explicar detenidamente las influencias del arabismo en nuestro idioma, en nuestra literatura, en nuestra vida diaria (oficios, profesiones, utensilios, obras civiles,...) y podríamos dedicar algún artículo a explayar estos temas para explicar, aunque sea de modo somero, lo que debemos como entidad cultural al mundo árabe.
A modo de ejemplo podemos hablar de temas tan poco conocidos como que los historiadores de esta última corriente hacen beber en fuentes arábigas las bases del ascetismo cristiano, entronizándolos con los místicos sufís. El primer poeta de nombre conocido del castellano es un tal Gonzalo, del pueblo de Berceo, muy cerca de la Cogolla, de la Calzada y de Nájera y que vive entre los siglos XII y XIII, es decir, entre doscientos y trescientos años después de haberse escrito las primeras palabras del castellano en el monasterio de Suso en la Cogolla (Montes Cogollos o Distercios). Su estilo literario fue calificado de: espontáneo, jovial, plástico, íntimo; pero es, sin embargo, el mismo de la literatura sufí. En la vida de Santo Domingo de Silos, escrita por Gonzalo, nos describe un santo con los mismos carismas de los santos sufís. Los milagros allí relatados y sus prodigios, los detalles de la vida diaria relatada son más propios de la literatura sufí que de la docta forma de la literatura francesa o de la más culta que se practicaba en Castilla en la época. Es evidente la influencia de esta literatura árabe que tiene relatos sobre los santos sufís casi iguales y casi en los mismos términos que los relatados por Gonzalo en sus obras.
Y esto sucede con nuestra gloria más española, nuestro primer poeta, de nombre conocido, en lengua castellana. Las influencias son tantas y tan profundas que es más fácil reconocer en nuestra “españolidad” rasgos arabizantes que romanizantes. Cuestión de vulgarización es el sentimiento común de lo contrario.
1 comentario:
La cita que mencionas no se refiere a que la colonización española de América fuera una colonización de la cultura romana, sino que la colonización española y la anteriormente acontecida colonización romana, fueron ambas (por separado), colonizaciones mucho más generosas que la colonización sajona.
Desde este fallo en la interpretación de una cita, por cierto tan bien dicha, desarrollas otra de las muchas críticas absurdas que se pueden leer por ahí de entre los muchos incultos, que, resentidos y abergonzados de la grandeza de España van por ahí tratando de confundir a la gente.
''Y esto sucede con nuestra gloria más española, nuestro primer poeta, de nombre conocido, en lengua castellana. Las influencias son tantas y tan profundas que es más fácil reconocer en nuestra “españolidad” rasgos arabizantes que romanizantes. Cuestión de vulgarización es el sentimiento común de lo contrario.''
¿Qué nos quieres decir con eso? Por qué lo llamas nuestra gloria más española? ¿Es que no ha habido otras muchas glorias igual de españolas? Pero a ti supongo que es esa la que te interesa. Quizá no recuerdas o no te interesa recordar, que al mismo tiempo del surgimiento de la lírica tiene lugar toda una corriente literaria, la épica, que da lugar a la primera obra de gran importancia escrita en castellano: el Cantar de Mio Cid, cuyos orígenes curiosamente se remontan a los cantos guerreros de los godos venidos con las invasiones germánicas. ¿Qué pasa que para ti lo único español que se da el la literatura de la época es lo otro?
Esto no existe. Y qué cojones tendrá eso que ver con el concepto de españolidad.
Lo más increíble y gracioso es eso, que te basas en que un poeta árabe escribiera en Andalucía (por cierto, región cuyo significado etimológico es ''tierra de vándalos'') durante los principios del primer milenio, para defender que nuestra 'españolidad' tiene más rasgos arabizantes que romanizantes. No puedo evitar decirte, eso sí con todos los respetos, que no tienes ni puñetera idea de lo que dices y que no tienes ni puñetera idea de lo que el concepto de españolidad significa. Lo utilizas como un pañuelo con el que te suenas los mocos y lo tiras después a la basura en un acto reflejo.
Que en España hubo ocupación musulmana y que esta trajo consigo influencias culturales, por supuesto. Pero los sustratos de la lengua, la religión, la raza y, en la mayoría de los aspectos, la cultura siguieron siendo los mismos. Si no, hoy en día el 98% de la población no sería católica, la población no sería blanca, las mujeres no tendrían derechos, y cuando uno viaja a Roma no tendría la sensación de encontrarse más en su propia casa que cuando va a Marruecos. ¿Me puedes decir donde cojones están todos esos rasgos arabizantes? ¿En las mezquitas que hay repartidas por todo el país?, ¿en las costumbres?, ¿en la poligamia?, ¿en las leyes?, ¿en la falta de libertad?, ¿en el modo de vida de las gentes?, ¿en los rasgos físicos de las personas?, ¿en la forma de vestir?, ¿en la lengua? ¿Dónde están que no los veo? Perdón, si los veo, pero no están lo suficientemente presentes, no tienen suficiente fuerza como para poder decir una barbaridad semejante a: ''Es más fácil reconocer en nuestra “españolidad” rasgos arabizantes que romanizantes.''
¿En verdad eres español? Si lo eres por favor, por favor, empápate un poco más de la historia tan botita que tiene nuestro país y mírala con orgullo, no con resentimiento enfermizo, pues es tu país y de alguna manera, en mayor o menor medida, te pertenece.
¿Por qué esa manía de muchos españoles por no enorgullecerse de su propia historia? ¿En qué otro país existe algo parecido a esto que se vive en España, algo cuya plaga, está terminando de destruir el país?
Publicar un comentario