María José Iglesias-Baloyra: ¿Qué significa para
usted esta medalla a su trabajo en pro de la emigración y qué se ha conseguido
en los últimos años?
El
reconocimiento de dos ocupaciones que han ocupado mi vida y que me han proporcionado,
ambas, las mayores satisfacciones. Por un lado la difusión de la Cultura
Hispánica y por otro la atención a nuestra colonia española más necesitada.
Al
llegar a este país, ajeno a mis costumbres, a mis raíces, me encontré con
aquella reflexión de Emil Cioran, un filósofo apátrida rumano que fue acogido
en Francia, “Uno no vive en un país, habita en una lengua”. Yo había
cambiado de país, pero la lengua seguía siendo la misma. Y la Lengua era la
base de la cultura del nuevo país. Nuestra historia, nuestro legado histórico
está en nuestro castellano. Había que documentar las bondades de nuestra
transculturización. Y más aún en un país que aún no ha cerrado la historia de
la Emancipación que comenzó en 1810 y se selló en 1821. Aún viven de las
glorias patrias y aún se sigue denostando, más por razones políticas, de la
importancia de la transculturización que hicieron los españoles. Venezuela,
parafraseando a nuestro gran regeneracionista, Joaquín Costa, necesita echarle
llave de una vez al sepulcro de Bolívar. Mis esfuerzos se dedicaron a poner de
relieve lo mucho de bueno que tuvo nuestra estancia en América por más de
trescientos años. Como colofón de esta dedicación fundé en Maracaibo el Centro
de Cultura Hispánica, adscrito al Colegio Bellas Artes, el Colegio
perteneciente al Ateneo de Maracaibo, porque es en las instituciones de grado medio en donde se debe instruir a los jóvenes sobre todo lo que culturalmente representa
hablar el castellano. Cultura es, como decía Jean Rostand: “lo que el hombre le añade al
hombre” y España le dio a los americanos una lengua y con una lengua le
transfirió todo un acervo cultural. Venezuela no es afrodescendiente como
pretendía el Presidente Chávez, Venezuela es Hispana con un pequeño componente afroamericano.
Entrega de La Medalla de Plata de la Emigración del Ministerio del Trabajo
por el Cónsul General de España en Caracas, Don Paulino González Fernández-Corugedo
y por el Director General de Emigración del Ministerio de Trabajo, Don Aurelio Miras Portugal
Antonio Escalera Busto después de recibir la condecoración
El otro
trabajo que ha sido reconocido ha sido la dedicación a la atención de nuestra
colonia española más necesitada. Aquellos españoles que vinieron en las
emigraciones de los años cincuenta y que a lo largo de su vida vivieron más o
menos bien, pero que al final de su vida laboral no tenían ni un sistema de
pensiones adecuado ni un sistema sanitario que atendiese sus enfermedades. En
todo caso, en este país tropical, es llevadera la vida diaria, pero lo que
difícilmente se puede atender en esas condiciones es la sanidad.
Me llamó muchísimo la atención que los españoles en Venezuela no habían creado aquellas instituciones culturales y asistenciales que otros españoles habían hecho en México, Argentina, Cuba, República Dominicana o Puerto Rico. Los emigrantes españoles a Venezuela no fueron filántropos como los del siglo anterior, en cuyo caso no existían instituciones para poder atender a los españoles que, ya derrotados por la vida, no tenían medios de atender sus necesidades más inmediatas, ni su salud precaria. Solo existían pequeñas acciones de tipo benéfico por las que, de modo agónico, había que mendigar a unos para poder atender a otros. La Fundación que dirijo se dedicó a recabar los fondos que la Administración Pública del Estado Español y de las Entidades Autonómicas tenían en sus programas de ayuda para los españoles de la emigración. El Estado de Bienestar español llevó a los emigrantes a la consecución de las Pensiones Asistenciales y a un Plan de Salud pero aún quedaban españoles fuera de la atención de estos programas. La Fundación se dedicó a atender a estos españoles y a recabar los fondos del estado Español. Gracias a ello hemos podido atender, en sus necesidades básicas, a un buen número de españoles que muchísimas veces agradecen más el saber que tienen el apoyo y no se angustian por el futuro incierto de su salud o de su alimentación y vivienda.
Es
impresionante la insolidaridad que encontré en la colonia española venezolana.
Y lo veo yo que no fui un emigrante al uso. Yo me vine a este país en 1972 a reunirme
con mis padres que habían emigrado en 1955 solos dejando a sus dos hijos al
cuidado de los abuelos. Aún no se ha escrito sobre “los niños de la emigración”
no los que salieron a la emigración sino los que se quedaron en España
separados de sus padres.
Yo no
supe de las miserias y dificultades por las que todos los emigrantes pasaron
todos, todos, porque todos llegaron en igualdad de condiciones al país. Todos
en estado de necesidad. Y después la vida, la suerte, el hados, no se… hizo que
no todos triunfasen. Pero lo que si vi es que al cabo de los años los que
habían triunfado no miraban ni de lado a sus mismos compañeros de barco. Esa
insolidaridad es la que explica el por qué los españoles de este país no han
hecho las obras que los filántropos del siglo XIX hicieron en el resto de
América. Menos aún se puede hablar de “Indianos” venezolanos.
Desde España miramos
con preocupación lo que ocurre en Venezuela. ¿La situación es tan caótica como
parece?
La
situación es extremadamente difícil. Hace tiempo que es una situación política
complicada, pero ahora es económica, política y social grave. Sobre todo la
económica. El país está llegando, como se dice por aquí, “al llegadero”. Las
malas políticas económicas aplicadas por esta revolución en los últimos 15 años
están recogiendo ahora sus malos frutos. Una economía dirigida por el estado,
en todos los niveles de producción y mercadeo, no hará más que llevar al
sistema a la ruina. Una populista política de expropiación de tierras
productivas y entregada a personas sin ninguna vinculación con la producción
agrícola o pecuaria han hecho que dependamos de la importación para poder
consumir cosas tan elementales como carne, pollo o leche. Una criminalización
de la Empresa privada a la cual se le aplican leyes restrictivas en
Arrendamientos, en fijación de precios, en cálculos de utilidad comercial y en
impuestos y tasas parafiscales de todo tipo están acabando con la economía.
El error
de creer que la colectivización de tierras es una manera de quitar la riqueza a
los ricos para dársela a los pobres ya produjo en la Rusia Comunista una de las
mayores hambrunas que recuerde la historia. Los koljós de Lenin fueron los
resultados de la conversión de los latifundios. Aquí vamos por el mismo camino si no fuese
porque, al ser Venezuela un importante exportador de petróleo, aún siguen
entrando dollares que permiten la importación de los productos que ya no
producimos aquí. Este país, que en los tiempos pre-petroleros era un exportador
de café, ahora tiene que importarlo de países muchísimo más atrasados que
Venezuela.
Pero
también los dóllares están escasos y no alcanzan, por eso hay escasez de
productos: leche, azúcar, carne, pollo, jabón, pasta de dientes, papel
higiénico, medicinas… así hasta un 28% de faltantes de productos de consumo
básico. Y una inflación anualizada del 60%, la más alta del mundo actual.
Otro de
los grandes daños que se le ha hecho a esta sociedad en quince años, aparte de
la destrucción del tejido social, ha sido la inoculación de un discurso de odios
de clases que no se conocía desde los tiempos de las salvajes guerras de
emancipación o de las guerras federales del siglo XIX. La sociedad venezolana
era una sociedad muy uniforme. Los actuales dirigentes creen en la lucha de
clases y utilizan todos los instrumentos a su alcance para que, al menos ahora
de palabra, la oposición ricos y pobres, patriotas y apátridas, sean la base
del discurso político.
¿Qué puede ocurrir a
partir de ahora?
Estamos
en una sociedad militarizada, y no solamente porque los militares estén
ocupando puestos del gobierno y de la administración general del estado sino
porque su pensamiento es eminentemente militarista, no es democrático. Con un
demócrata se habla, se discute y se disiente y se llega a acuerdos. Con un
militar solamente se obedece. La revolución no ve adversarios políticos en
quienes le adversan, solo ve enemigos a quienes hay que combatir rodilla en
tierra, bayoneta calada y fusil al hombro y ni un paso atrás. La guerra pues.
El
gobierno actual está haciendo bueno el dicho de Sebastian Nicolas Chamfort: “Un
gobierno tiránico es un orden de cosas en el que el superior es el vil y el
inferior está envilecido”
Recuerdo
con temor el libro de José María Gil Robles….. “No fue posible la paz” ¡Cuánto hay
de parecido en lo que se relata! y me asusta cuánto puedan parecerse ambos al
final y me estremece pensar en quien podría escribir tan lamentable epílogo… “No
fue posible la paz”
El
régimen sigue radicalizando sus posturas, no echa para atrás las decisiones que
en materia económica nos han traído hasta el día de hoy. No están hechos para
el diálogo sino para la confrontación. Y como bien decía Christpher Hitchens: “la
esencia histórica del fascismo es la gente más retrógrada empleando la retórica
más revolucionaria”. Esa es la esencia del chavismo. Y esa retórica
equivocada nos está llevando al abismo.
Por
ahora es medio país a quien tienen en contra, pero pronto, sino ya, esta misma
crisis que afecta, tanto o más, a las clases de menos recursos se sumaran a
estas mismas protestas y harán al país totalmente ingobernable. Soy muy
pesimista.
El Cónsul General de España en Caracas, Don Paulino González Fernández-Corugedo,
Antonio Escalera Busto y el Cónsul Honorario en el Estado Anzoátegui de Venezuela,
Don Richard Barreiro y Olmedo
Usted milita en el PSOE pero es muy crítico con el régimen de Maduro. ¿Le parece que falta contundencia a la hora de juzgar lo que pasa en el país?
Soy una
persona educada en las ideas liberales, adjetivación política que ha quedado
opacada con la simplicidad de ser de derechas o de izquierdas, lo cual en estos
tiempos no tiene sentido. Nadie puede ser totalmente de derechas ni de
izquierdas si es que quiere gobernar con sabiduría. Creo en un capitalismo
controlado por el estado, creo en que debe humanizarse el capitalismo mucho más
allá de lo que aún está. Creo en la mayor cantidad posible de empresa privada
con controles y vigilancia y la menor cantidad de estado posible. No creo en el
capitalismo de estado con economías dirigidas por burócratas. Creo en la
socialdemocracia, creo en las ideas socialistas de Pablo Iglesias, pero también
creo que los sistemas económicos que proponía el socialismo del siglo XIX o el
comunismo del XX solo llevan al empobrecimiento. De todos modos me espantan los
peligros que menciona Mario Trejo: “De dos peligros debe curarse el hombre
nuevo: de la diestra cuando es diestra y de la izquierda cuando es siniestra”
A lo
largo de mi vida me he convencido de que, tanto los partidos políticos, como
los estados nacionales, hacen bueno aquel viejo dicho de John Foster Dulles,
Secretario de Estado de Eisenhower: “Los Estados Unidos no tienen amigos sino
intereses” Cuando el PSOE fue gobierno siempre mantuvo una posición
condescendiente con los excesos del Presidente Chávez porque el Presidente
Chávez manejaba una zanahoria delante de un burro, una suculenta zanahoria, que
siempre dejaba morder, contratos y más contratos y convenios económicos. Los
gobiernos no tienen amigos sino intereses económicos. Pragmatismo puro. Y como
bien decía el esperpéntico Valle-Inclán: “En mi hambre mando yo”
¿Qué echa de menos de
España y de su Gijón natal?
De Gijón
echo de menos a mis amigos de toda la vida, mi familia, echo de menos el Muro y
la Playa y los límites evanescente del mar en esos días grises del otoño o del
invierno. Echo de menos mis lecturas solitarias en Campo Valdés donde la mirada
se pierde tantas veces, del libro a la Providencia, cuando los recuerdos del
tiempo pasado te distraen la atención. Contemplando el embravecido Cantábrico y
al ver las altas olas que llegan envanecidas de su fuerza, me hacen recordar mi
juventud gijonesa, pero también me hacen recordar a André Gide cuando hablando
del paso del tiempo y de la edad decía: “todas las olas del mar deben la belleza de
su perfil a la retirada de las que le precedieron”. Así me siento como
una ola en retirada que aporta la belleza de perfil a la nueva generación. Y
estos pensamientos solo son posibles… en Gijón y frente a nuestro Cantábrico.
De
España echo de menos mi identidad. Llevo cuarenta años aquí, pero no soy de
aquí, soy de allá. En Venezuela ser español era poco menos que un baldón porque
nos atribuyen todos los males de los doscientos últimos años. Es la famosa teoría
de los malos políticos hispanoamericanos de echarle la culpa a los anteriores,
la “teoría de la dependencia”. Aunque ahora cobra fuerza la sustitución de los
españoles por los norteamericanos.
Me hace
más español cuando estos “seudorevolucionarios”, en un papel justiciero e
iconoclasta, derrumban la estatua de Colón en Caracas y la arrastran hasta
colgarla por los pies en un árbol. O cuando los oyes hablar barbaridades de los
trescientos años de presencia española en América. Me consuela que todas las estupideces
históricas que dicen solamente pueden decirlas en….. castellano! Y su lenguaje
comparten todo lo mejor de nuestra historia.
Dada la situación, ¿se
ha planteado regresar?
¡Qué más
quisiera yo! Pero tenemos la vida partida, las raíces y parte de la familia en
Gijón, una hija con su esposo y dos lindas nietas que tengo están en Houston y
un hijo al frente de la Oficina de Contadores Públicos, fundada por mi padre en
1956, y mi casa donde vivo con mi mujer, la también gijonesa Montse Abadías, en
Maracaibo. Quisiera estar en todos los sitios a la vez. De todos modos pasamos
seis meses en Gijón, aunque este año aún no sé cuándo podremos irnos ya que
Iberia tiene cerrada la venta de boletos desde el mes de Noviembre. Me temo que
tendremos que salir de aquí en patera africana o en balsa cubana.
¿España es justa con sus
emigrantes?
En los
años que he dedicado a la ayuda a los emigrantes españoles he visto pasar de
una situación de ninguna ayuda a los emigrantes a una atención muy buena de los
mismos. Hay que hablar de las pensiones asistenciales, de las ayudas
individuales, de los planes para el retorno, etc. Pero también hay que decir
que en los últimos cinco años, por las dificultades que tiene el propio estado
Español, estas ayudas se han recortado. Pero aún son significativas y al menos,
nosotros, podemos atender a nuestros españoles. He visto con preocupación el
interés del Ministerio de Hacienda por gravar las pensiones que los emigrantes
retornados perciben. Eso es injusto.
¿Votará en las elecciones
europeas?
El voto
de los emigrantes es un tema que ha pasado por muchas modificaciones y que
cuanto más lo modifican peor es para el emigrante. Y hablo de las votaciones
para Elecciones Generales y para las Municipales. No se facilita el voto del
emigrante. El voto rogado es un atraso mayúsculo, sobre todo en países como los
hispanoamericanos donde el correo es un desastre. Si puedo, votaré.
¿Como juzga la política
de la UE hacia América, con la aproximación a Cuba como última novedad?
Creo que se debe tener
relaciones con todos los países sin que eso sirva de patente de corso. No por
ello deben de dejar de hacerse todas las denuncias del régimen opresor y
tiránico de los Castro en Cuba. Llevamos demasiados años mirando de lado los
desmanes que se han hecho con los Derechos Humanos en Cuba. No hay libertades
en Cuba.
Los jóvenes se marchan
de España porque no tienen trabajo. ¿Drama o oportunidad?
Drama y
oportunidad. Nadie debería salir de su tierra. Pero todos deberían salir y
conocer nuevos horizontes, nuevas ideas, personas distintas. Los que salimos,
todos, los que triunfaron o los que no triunfaron, todos pagaron un alto
precio. El desarraigo es uno de ellos. Que se salga pero que se pueda retornar
cuando crea que ya llegó su tiempo. Los que no lo podemos hacer así podemos
tener el sentimiento de estar atrapados en el tiempo. Yo ya estoy de salida en
la vida, nunca podría desanimar a los jóvenes que se embarquen en una aventura
de emigración.
Y como
epílogo a esta conversación y pensando que estoy cavilando con la mirada
perdida en mi Campo Valdés de Gijón, recuerdo a nuestro inmortal Francisco de
Quevedo y quisiera como él, poder decir en el bello soneto “Desde la Torre”:
Retirado en la paz
de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos.
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos.
Si no siempre
entendidos, siempre abiertos,
o enmiendan, o fecundan mis asuntos;
y en músicos callados contrapuntos
al sueño de la vida hablan despiertos.
o enmiendan, o fecundan mis asuntos;
y en músicos callados contrapuntos
al sueño de la vida hablan despiertos.
Las grandes almas
que la muerte ausenta,
de injurias de los años, vengadora,
libra, ¡oh gran don Iosef!, docta la emprenta.
de injurias de los años, vengadora,
libra, ¡oh gran don Iosef!, docta la emprenta.
En fuga irrevocable
huye la hora;
pero aquélla el mejor cálculo cuenta
que en la lección y estudios nos mejora.
pero aquélla el mejor cálculo cuenta
que en la lección y estudios nos mejora.
Maracaibo, 21 de febrero de 2014