Corresponsal del Magazine Español
escalera1949@gmail.com
ENTREVISTA PARA EL MAGAZINE ESPAÑOL DE CARACAS
El
asturiano Álvaro Neil, “biciclown”, lleva ya una semana entre nosotros, en
Maracaibo, a donde llegó procedente de Colombia en una etapa más de su vuelta
al mundo en bicicleta. Salió de Oviedo, Asturias, el 19 de Noviembre de 2004.
Desde ese día hasta hoy ha recorrido 130.122 km. en los cuales ha invertido
3.391 días y recorrido 76 países.
Una semana en Maracaibo es mínimo tiempo para
tomarle el pulso a la ciudad, a la sociedad que la habita, a sus casas de
colores abigarrados del Barrio de Santa Lucía, el calor sofocante de sus calles
y avenidas y al frío de las casas acondicionadas con gélidos aires
acondicionados y a su lago que la bordea.
Ha
recorrido muchas más calles gracias a los desvíos a los que nos obligan las
barricadas de estos atribulados días, y en las muchas colas que ha encontrado
ha tenido tiempo para hablar con la gente común.
Este nómada moderno, que hace buenas las palabras de Comte-Sponville: “La verdadera sabiduría estriba en aceptar la impermanencia”, la filosofía oriental que nos deja conocer la sabiduría, la belleza y la paz, en un mundo acelerado de cambios. Hacer bueno el elogio de la lentitud, por eso el mundo hay que verlo desde una bicicleta.
Hoy
queremos su opinión, su palabra de paz y sosiego, la misma que lleva a todas
las comunidades humildes por las que pasa y a quien les brinda gratis su
espectáculo de “clown”. También queremos su opinión sobre nuestra atribulada
sociedad venezolana.
Antonio
Escalera: ¿Álvaro, quién eres? ¿De dónde vienes? ¿A dónde vas?
¿Qué llevas contigo?
Álvaro Neil: Según el pasaporte soy un español, en concreto
asturiano, y para allá voy, para España. Curiosamente vengo también de ahí, con
lo que es legítimo decir que he dado la vuelta al mundo a bordo de una
bicicleta. Conmigo llevo un sueño hecho realidad. El sueño de descubrir La
Tierra, sus rincones y gentes, sin el filtro malévolo de los medios de
comunicación.
A.E. ¿Qué
te aportan las comunidades por las que pasas?
A.N. Conocimiento. Todas son una caja
de Pandora llenas de misterio y sabiduría.
Bailarín indonesio, Jombang, East Indonesia, 2009
(Foto Álvaro Neil)
A.E. ¿Y tú a ellas?
A.N. Imagino que esperanza. Al verme, algunos piensan que cumplir los
sueños es posible.
A.E.
Dice Eduard Punset que “la felicidad está en la sala de espera de la felicidad”. ¿La felicidad hay que
esperarla o hay que buscarla o hay que crearla?
A.N. La felicidad es como el arco iris. Cuando le cuentas a alguien que
hay un arco iris y se lo vas a mostrar ya ha desaparecido. La felicidad se
mueve constantemente y basta que creas que eres feliz para dejar de serlo.
A.E. Es
más feliz, no quien más tiene, sino quien menos desea. ¿Cuáles son tus mínimos deseos?
A.N. El que menos tiene lógicamente acarrea menos preocupaciones. No le
van a robar el coche ni la casa. No tiene. Mis deseos en esta vida, a pesar de
tener apenas 46 años, ya los he cumplido: era liberarme del yugo consumista y
ver el mundo desde una bicicleta.
Le felicidad del viajero solitario y el descanso del ciclista
Kenia, a las afueras de Nairobi, 2007
(Foto Álvaro Neil)
A.E. Has entrado desde
Colombia a Venezuela por segunda vez, la
primera fue en 2002, año convulso en Venezuela también. ¿Cómo encuentras
a Venezuela en 2014?
A.N. Las conversaciones de la gente de clase media y media alta solo
giran en torno a una cosa: donde hay comida y a qué precio. Eso habla de que el
país está sumido en una crisis económica absoluta. Y si ves la tele parece el
reino de las maravillas. Lo mismo vi en Cuba.
Coronado de dátiles en Homms, Siria, 2007
(Foto Álvaro Neil)
A.E. ¿Cómo
percibes al venezolano? ¿Un nuevo rico arruinado? ¿Un nuevo rico que desbarató
su fortuna? ¿Una ideología intolerante en el poder?
A.N. El venezolano es un hombre aplastado por un sistema económico
inviable que ni siquiera puede comprar un billete de avión para salir del país.
Un país cuya economía gira en torno a una sola cosa, el petróleo, está
condenado a morir.
El poder no tiene espejos, no los soporta. Maduro es una caricatura
mala de la película El Gran Dictador.
A.E. Hispanoamérica
fue un hito cultural en los siglos XVII y XVIII. ¿Por qué hoy es una gran
fábrica de miseria?
A.N. La globalización ha provocado una uniformidad de culturas,
arrasando lo autóctono, que
es donde radica la cultura y la esencia del pueblo. Antiguamente no se sabía lo
que ocurría en el otro lado del Planeta y las sociedades podían evolucionar a
su ritmo. Ahora todos quieren lo que tiene el vecino. Pero el vecino no es el
de arriba, sino el de Estados Unidos. Y eso genera deseos que al ser irrealizables
provocan la esclavitud del ser humano. El dueño de ese esclavo no es el hombre
blanco, es el consumo.
Gente para la que actúa, El Salvador, 2013
(Foto Álvaro Neil)
A.E. Y
nuevamente a la carretera…. ¿Tu próximo destino?
A.N. Mi destino es Mérida, Cúcuta..., siempre
es el horizonte.
A.E.
¿Con ganas de llegar a casa? ¿O tu casa ya es el mundo?
A.N. Mi casa es donde me encuentro en cada momento. Viajo a la velocidad
de las mariposas y no deseo llegar a ningún lugar más que a la esquina, y luego
a la otra esquina...
Efectivamente me siento en el mundo como en mi casa.
A.E.
Como despedida quisiera que le dejases a este atribulado pueblo venezolano un
mensaje de paz y de reconciliación.
A. N. Nadie te va a dar lo que te corresponde, menos un político. Hay que
pedírselo. Todos los cambios importantes en la Historia han venido precedidos
de sublevaciones populares, de reclamos y exigencias. Para analizar cómo está
este país hay que salir. Dar una vuelta por la vecina Colombia y comparar. A
veces creemos que sólo hay una forma de hacer las cosas, por ejemplo las arepas.
Cualquier perpetuación en el poder es por definición perniciosa. Si la
naturaleza renueva sus flores cada primavera, ¿Por qué el ser humano desea
abrazarse eternamente al poder?
A.E. Gracias
a Álvaro Neil, “biciclown”, tus amigos de Maracaibo te echaran de menos…
A.N. Gracias a ti Antonio y a esa
familia de Maracaibo que ha hecho que tenga que volver una y otra vez a
Venezuela.
Álvaro Neil en Maracaibo con las familias:
Rodríguez-Prado, Martínez-Morillo, Valecillos-Escalera, Goiri-Landaeta y
Escalera-Abadías y la compañera de bicicleta desde Nicaragua, Martina Gees
(foto Alvaro Neil)
Maracaibo, marzo 2014
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