El 13 de octubre de 2004 nos
abrazamos en Gijón. Vino de Oviedo a visitarnos y a despedirse de nuevo. Nos
habíamos encontrado en Maracaibo en Noviembre de 2002 en una etapa más de su primer
viaje, la vuelta a Sudamérica en bicicleta. Álvaro Gómez-Morán de la Rubia, o
simplemente Álvaro Neil, como le gusta que le llamen, carballón de pro, había
empezado en La Paz, Bolivia, un periplo que lo llevó hacia el sur del sur,
hasta la Patagonia, y hasta más allá, a la tierra de los fueguinos, y de allí,
subiendo por la costa oeste, Chile, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela,
apareció un día por estas cálidas tierras maracuchas a donde había entrado por
la colombiana ciudad sin ley de Maicao.
Pero no era un viajero al
uso de aquellos aventureros del siglo diecinueve, descubridores de nuevas tierras.
Álvaro era un descubridor de personas, buscaba conocer más personas que
tierras, más sentimientos humanos que hazañas de héroe de leyenda. Y a la vez
llevar un mensaje de amor y de paz en su doble faceta de viajero y de payaso,
actuando para comunidades marginales necesitadas de estos mensajes solidarios.
En Maracaibo estuvo varios
días conociendo los asentamientos de los indios paraujanos de la Laguna de
Sinamaica, en sus famosos palafitos, y la fortuna y maldición de la tierra
venezolana en sus campos petroleros de la costa oriental del Lago, Ciudad
Ojeda, Lagunillas y Bachaquero. Y un día se despidió de nosotros rumbo al norte
del norte de nuestra América del Sur, al Cabo San Román, en la península de
Paraguaná. Y de allí a la convulsionada Caracas de los días de los militares en
la Plaza Altamira y más allá a los parajes de nuestros Llanos y después la Gran
Sabana y los longevos e inmarcesibles Tepuyes que lo escoltaron hasta salir de
Venezuela, hacia Brasil, por Santa Elena de Guairén.
Ese día otoñal de Gijón de
2004 vio nuestro reencuentro, dos años después de haber acabado la vuelta a
Sudamérica, tiempo en el cual pudo escribir el libro con sus relatos de viaje
que fue publicado con el título de “Kilómetros
de sonrisas” y comenzar los preparativos de su siguiente viaje que
emprendería pocos días después, el 19 de noviembre de 2004, y que lo llevaría
desde la plaza de la Catedral de Oviedo, vigilado y alentado por el Magistral de la
Regenta seguramente, a dar la vuelta al mundo empezando por África. Un viaje
previsto que durase diez años pero que, para las fechas actuales, ya se lleva
esos diez años y aún le faltan tres más.
Un viaje de este tipo es
difícil de evaluar su duración, es imposible poder prever cuales van a ser sus condiciones
de viaje, enfermedades que se presentan, retrasos en trámites de fronteras,
etc. O plácidas estancias con gentes de bien que acogen su paso por sus vidas,
engrandeciéndose la vida de ambos.
Su periplo africano comenzó
en Marruecos, rumbo al sur por la costa oeste de África, justo en sentido
contrario que los subsaharianos tomaban para cambiar su vida accediendo a la
soñada Europa. Sus caminos se cruzaban. Recorrió los caminos saharauis,
abiertos para pueblos fantasmas siempre deshabitados pero que hicieron creer
habitados, para que España y el mundo creyesen que esas masas de gentes y
poblaciones enteras se levantaban contra lo que quedaba del pobre Imperio
Español y tratar de formar la nación Saharaui. Quedan los recuerdos de la
Marcha Verde y el deletéreo recuerdo de los tiempos coloniales, y de Ifini y de
Sidi Ifni.
Atravesando Nigeria, la
primera malaria, que lo tuvo tumbado más de una semana y casi que con pasaporte
al más allá, y adelante y hacia el sur hay que seguir pedaleando. Desde Ciudad
del Cabo hacía arriba y hacia Sudán y después Egipto. Ahí se tomó su tiempo
para escribir su segundo libro que se tituló “África con un par” relato de todo este viaje africano.
Y de nuevo a la carretera y
a los caminos de polvo y a las trochas, Rumbo al Oriente Medio, empezando por
Israel y Jordania, después Líbano y es peregrino en Baalbek, donde fenicios,
arameos, griegos y romanos superpusieron sus culturas, tierras milenarias que
vieron al viajero Robert Byron, aquel escritor que nos legó “Viaje a Oxiana” y
“Viaje al Tibet”, dos memorables libros de viajes. Y Siria donde aún no habían empezado a
matarse unos y otros. Y Turquía y su límite de Oriente y Occidente, crisol de
culturas, Bizancio, último aliento de Roma, encuentro de pueblos, trasvase de
informaciones. Anábasis de culturas.
Biciclown
actuando en Beirut para niños palestinos en el
campo
de refugiados de Shatila en 2008
Pero mientras tanto un salto
a Chipre, isla que ya recuperó la calma aunque sigue dividida en dos bandos,
turcos y griegos. Y de Turquía a las antiguas repúblicas socialistas soviéticas
del sur, Georgia y Armenia y ya está en el gran Cáucaso, en Azerbaijam y de ahí a Irán donde un policía de fronteras
de Azerbaijam le rompe sin intención el pasaporte lo cual le impide entrar a
Irán. Como en Azerbaijam no hay representación Consular de España tenía que
regresar a Georgia para que le diesen un nuevo pasaporte. Pero después de miles
de kilómetros y de dificultades unas páginas rotas no iban a ser un obstáculo
en el viaje. Unas gotas de pega y la buena voluntad de los agentes de la
frontera iraní resolvieron el problema. Ya está en la antigua Persia que es tan
hospitalaria para los viajeros como
inhóspita para la difusión de la verdad noticiosa.
Y de Irán hacia los “Stan”,
los países del Asia Central: Urdekistan, Turkmenistan, y Kirguistan y de ahí al
Gran Imperio de la China entrando por Kasgar
que es una ciudad condado, un oasis,
en la Región Autónoma Uigur de Sinkiang en la República Popular China y situada
al oeste del desierto de Taklamaká. Tierras que vieron pasar al Gran Gengis Kan
allá por el siglo XIII y que hoy ven pasar un apacible y sonriente “biciclown”
por los días del año 2008.
Promocionando
sus libros y documentales en DVD
Y de nuevo hacia el norte entrando
en la inmensa China que en pinyin (transcripción fonética del mandarín) se dice
Zhōnghuá Rénmín Gònghéguó, o simplemente China (Zhōngguó) para de nuevo salir
hacia el sur y entrar a Pakistan y al legendario Punjab de Rawalpindi, antigua
capital pakistaní, recorriendo una de las más famosas carretereras de Asia, la
“Karakorum Highway” que costó miles de vidas chinas y pakistanís a la orden los
de constructores ingleses.
Y entrar en la India por una
frontera adornada con tropas ataviadas con los uniformes heredados del
colonialismo ingles tanto indios como pakistanís tratan de demostrar los tropas
más altas y más gallardas en los cambios de guardia. Y bicicleteando de oeste a
este atravesó Nepal con sus carreteras espectaculares. Una pequeña concesión a
las piernas y se baja de la bicicleta para hacer treking hasta los campamentos
base del Everest que están por encima de los 5000 metros. Y la legendaria
Katmandú que solo le queda el nombre de legendario, como Lhasa ya no es Lhasa
ni Tombuctú es Tombuctú, aunque sus nombres aún abran febriles pensamientos de
aventura.
Y continúa pedaleando, ya
vamos por 2009, al mínimo estado de Sikkim, aún en los Himalayas y después el
Reino de Bután, que significa la tierra del dragón del trueno. Y nuevamente
hacia el sur, buscando la inmensa ciudad de Calcuta (Kolkata en bengalí),
capital de Bengala, la recordada tierra de los famosos y cinematográficos
“Lanceros bengalís” y primera capital del “Raj británico”.
Para continuar hacia el este
habría que cruzar Myanmar, la antigua Burma, lo cual está prohibido hacer por
tierra. Los puntos internos de Myanmar solo se comunican entre sí por avión,
imposible hacerlo por tierra, por lo que había que saltar este país y un avión
lo pone en Bangkok desde donde continúa su periplo por Tailandia camino a
Malasia y a Indonesia con sus islas de Flores, y Bali y Java y Lombok y
Sulawesi y Sumatra y de ahí a la antigua colonia portuguesa de Timor Oriental
que lo ve pedalear a finales de 2009. En
Dili, su capital, actúa para un barrio humilde con la presencia del Premio
Nobel de la Paz 1996, José Ramos Horta, presidente de la República.
Y nuevamente a saltar islas,
a Malasia de nuevo y a Brunei en Borneo, finalizando el año 2009 y regresando
de nuevo a Bangkok para seguir subiendo por Camboya, Vietnam y Laos y entrando
de nuevo a China siguiendo norte franco hasta llegar a Mongolia, recorrida de
cabo a rabo con centro en Ulan Bator, su capital. De Mongolia y por sus
carreteras de tierra y hierba hacia la capital de China, Beijing, no sin antes
pedalear al pie de la Gran Muralla China. Su meta ahora era la espectacular Shanghai
en el delta del rio YangTsé, emporio de la modernidad china. En Shanghai se
queda tres meses para escribir su tercer libro: “Donde termina el asfalto” que recoge los relatos viajeros de los
últimos tres años.
Campamento
en la estepa mongola en 2010
Abandona China al inicio de
2011 por aire rumbo al Imperio del Sol Naciente, a Japón y sus casi tres mil
islas. Las ciudades de Shikoku, Kyushu, Honshu y Hokkaido lo ven pedalear y
llega para ayudar a las víctimas del Tsunami de febrero de 2011. La ciudad de
Sendai, la más afectada por el tsunami, vio su espectáculo y recibió un poco de
humor y alegría en los aciagos días posteriores a la tragedia.
Y nuevamente a saltar de
islas al continente. Ahora es Corea del Sur que lo ve pedalear, a Corea del
Norte no lo dejan entrar. Regresa de nuevo a Japón y de ahí a Australia, a
Cairns, la cálida ciudad norteña, base de operaciones de quienes van a bucear a
la Gran Barrera de Arrecife. Baja toda la costa este de Australia, pasando por
Brisbane hasta Sidney. Allí lo esperaba el Centro Asturiano y una buena
provisión de sidra. Y nuevamente a la carretera y hacia el sur rumbo a
Melbourne.
De Melbourne, otro salto de
islas, y ahora es a Nueva Zelanda que la recorre completa de norte a sur por
espacio de seis meses, haciendo tiempo para que llegase el verano en Alaska,
comienzo de la siguiente etapa. En Abril de 2012 salta a las islas de Hawaii y
en Kailua-Kona, pedalea por Kealakekua Bay hacia el sur, donde el capitán James
Cook desembarcó por primera vez en la isla en 1778, donde fue finalmente
asesinado. Sube en bicicleta a la cima del volcán apagado de Maunakea, que con
sus 10.203 metros desde la base a la cúspide, la hacen la montaña más alta de
la tierra. Claro que tiene bajo el agua 6.000 metros pero su cima está a 4.203
metros, todo un reto para Álvaro.
Pedaleando
por la jungla de Kapoho, en Hawaii 2012
El verano comienza en Alaska
el 24 de junio, y con casi veinticuatro horas de luz, arranca el reto
americano, tiene de frente, y mirando hacia abajo, una ruta casi recta:
Alaska-Tierra del Fuego con unos impresionantes diecisiete mil kilómetros a
recorrer. Y arrancará siguiendo la misma
ruta que siguieron los primeros pobladores de América, aquellos que
aprovechando una de las glaciaciones pasaron por el estrecho de Bering e
iniciaron la humanización del continente americano en un desplazamiento norte sur
hasta formar la famosa cultura de Clovis entre 10.000 y 12.000 años A.C.
Los Estados de la costa oeste
de Estados Unidos lo ven pasar rumbo Los Ángeles para después ir dirección este
hacia el mayor estado de la Unión, Texas. Y de ahí nuevamente hacia el sur y al
oeste para entrar a México y recorrerla de frontera a frontera. Ahora es un
espalda mojada en dirección contraria y legal, pero espalda mojada porque el
calor mexicano se siente en todos los poros.
¡Al fin volvió a hablar
español! Uno no vive en países, uno habita en una lengua, decía con mucho tino
el filósofo Emil Ciorán, apátrida rumano acogido en Francia. Al hablar de nuevo
castellano está entre los de su origen y su historia. Actúa para un Centro de
Migrantes (centroamericanos rumbo a USA) en la ciudad de Saltillo, ante
doscientos cincuenta buscadores del sueño norteamericano.
Un salto a “La perla más
querida de la corona española”, Cuba, lo lleva para recorrerla completa por dos
meses. Las muchas experiencias en la isla, entre ellas el robo del equipo
fotográfico y su posterior encuentro por la policía, las conversaciones con la
gente de la isla para conocer a fondo la Revolución y sus “resultados”,
ameritan tiempo para escribir lo que promete será su cuarto libro. Abandona la,
antes bellísima y hoy decrépita, ciudad de La Habana, nuevamente hacia México.
De México, la antigua Nueva
España Virreinal, a Guatemala, a tierras mayas cuyo esplendor ya se había
extinto cuando los españoles llegaron. Y al sur de nuevo, a El Salvador, donde
actúa de nuevo para una comunidad campesina en Comasagua.
Actuando
para la comunidad de Comasagua en 2013
Y para estas fechas ya ha
consumido el año 2012. Y del Salvador a Honduras y de ahí a Nicaragua donde
pasa la Navidad de 2013 en la zona cafetalera de Matagalpa.
El comienzo de 2014 lo ve
pedalear hacia Costa Rica y de ahí a Panamá. Pero en Panamá hay un tapón que
corta la ruta Norte Sur, el famoso tapón del Darién que separa Panamá de
Colombia con unas selvas tupidas y pantanosas de casi imposible trayecto. Un
barco de vela, de dos palos, el “Independece”, lo llevará por el agitado Caribe
hasta las costas de Cartegena de Indias. Y de ahí a Barranquilla y tiene que
atravesar el gran río Magdalena, el rio que tantas veces navegó arriba y abajo el
Libertador en sus campañas libertarias. Son también las tierras donde se
encuentra Aracataca lugar de nacimiento de Gabriel García Márquez.
Y nuevamente a pedalear toda
la costa caribeña de Colombia, Santa Marta, donde se encuentra la Quinta de San
Pedro Alejandrino, allí murió el Libertador Simón Bolívar el 17 de diciembre de
1830, y que no puede visitar por el excesivo costo de la entrada.
Y de ahí sube hacia la
Guajira, hacia Rio Hacha. Está en la Península de la Guajira, tierra de los
indios wayú o “guajiros” dispuesto ya a cruzar hacia el este rumbo al pueblo
fronterizo, pueblo sin ley, de Maicao. Pocos pasos más lo ponen en La Raya,
frontera caliente entre Colombia y Venezuela que pasa sin mayores trámites. De
la Raya a Paraguachón y Guarero y Paraguaipoa y Sinamaica. Estos últimos 120
kilómetros de Maicao a Maracaibo son duros por el calor y el viento en contra.
A las cinco de la tarde del jueves 27 de febrero lo esperamos en Santa Cruz de
Mara sus amigos Pepe Luis Martínez del Valle y yo, a las puertas de Maracaibo,
para guiarlo y acompañarlo a su casa en Maracaibo, que es la nuestra, y donde
hoy lo tenemos de grata compañía por unos días hasta que el sur lo llame de
nuevo a pedalear, rumbo a Mérida, por el Páramo de Mucuchíes, y de ahí a San
Cristóbal para salir a Colombia por Cúcuta y nuevamente al sur, al sur.
Hasta el día de hoy ha
recorrido en bicicleta, dando la vuelta al mundo, 130.122 km. en los cuales ha
invertido 3.391 días y recorrido 76 países.
Creo que con este somerísimo
relato de lugares y trayectos es imposible transmitirles toda la paz y el
sosiego que nos insufla con sus relatos y que mi mala prosa difícilmente le
haría honor. Solo verlo y oírlo podrá dar una medida de lo que ha sido, o está
siendo, esta experiencia para él y para los que lo han conocido y tratado.
Álvaro, asturiano por el
mundo, carballón, “culo de mal asiento”, bienvenido a Maracaibo, la ciudad más
fría de Venezuela, estás en tu casa.
Álvaro “biciclown” en Maracaibo 2014
Álvaro “biciclown” con Goizalde Goiri y José Luis Martínez Valle
Álvaro, "biciclown", y Martina Gees en Maracaibo con las familias:
Escalera-Valecillos, Rodríguez-Prado, Goiri-Landaeta,
Martínez Valle-Morillo y Escalera-Abadías
Álvaro “biciclown” con Martina Gees
y Antonio Escalera partiendo hacia Mérida
Un descanso camino al Puente
para tomar un jugo de naranjas yaracuyanas
Y un pinchazo antes de llegar al Puente sobre el Lago
El simpático y atento Capitán Blanco de la GNB
en el Destacamento del Puente sobre el Lago
que facilitó el paso de los ciclistas por el puente
Banderas de despedida de Maracaibo
Álvaro “biciclown” en Maracaibo 2014
Vuelta
al mundo en bicicleta 2004-2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario