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miércoles, 29 de agosto de 2007

EL PRINCIPADO DE ASTURIAS


El PRINCIPADO DE ASTURIAS

En el siglo XIV hay una guerra de sucesión entre los partidarios del Rey de Castilla Juan I y los partidarios el Duque de Láncaster que pretendía el trono castellano por los supuestos derechos derivados de su matrimonio con doña Constanza, hija del malogrado Pedro I. ¿A qué se debe que los litigios dinásticos hayan conducido a la creación del Principado de Asturias?
Escudo de Armas del Príncipe de Asturias

No se conocía en Asturias ningún señorío de importancia hasta finales del siglo XIII. Los poderes territoriales estaban en manos de los Obispos de Oviedo y de la Iglesia de San Salvador, si bien estos últimos años del siglo vieron aparecer el primer gran señor con título nobiliario como lo fue don Rodrigo Álvarez de las Asturias, figura señera de los reinados de Fernando IV y Alfonso XI. Pero este gran personaje, al morir sin descendencia, deja como heredero de sus propiedades asturianas al bastardo don Enrique de Trastámara, a quien prácticamente había prohijado, y que, con el tiempo, llegaría a ser Rey de Castilla como Enrique II.


Escudo de armas de los Álvarez de las Asturias

Cuando Enrique II, Trastámara, llega a ser Rey de Castilla, sigue la política de la época de fortalecer a los nobles, por razones de familia o de amistad íntima, mediante la donación de tierras y títulos. Enrique II concede a su hijo bastardo, Alfonso Enríquez, (primogénito por encima del sucesor Juan), la herencia de su señorío asturiano, adicionando a esta propiedad nuevas tierras que lo engrandecen en más de las tres quintas partes. Al conjunto de tierras del señorío y a esta nueva extensión de tierras, Alfonso Enríquez lo llamará:


“mi condado e señorío de Asturias”


Al morir Enrique II Trastámara, le sucede su primogénito legítimo, Juan, que tiene que enfrentar la rebelión de su hermano bastardo, Alfonso Enríquez, desde su señorío asturiano, en una guerra civil que durará hasta 1383 en que Juan I derrota definitivamente a su hermano y le revoca los títulos de propiedad que sobre el señorío asturiano había detentado hasta entonces, pasando estas tierras a ser de realengo (terrenos pertenecientes al Rey) lo cual garantizaba el control de estas tierras y gentes asturianas, según la Crónica:


“por quanto era gente bolliciosa e la tierra era montaña”


En 1388 Juan I decide vincular estas tierras realengas al heredero de la corona, Enrique, tenido en su matrimonio con doña Leonor de Aragón, y en su testamento del 21 de Julio de 1385, concede:


“... Otrosí mandamos al dicho infante mi fijo Enrique, que la tierras de las Asturias que nos tomamos para la Corona del Regno por los yerros que el conde don Alfonso nos fizo, que nunca la dé a otra persona, salvo que sea siempre de la Corona, así como lo nos prometimos a los de dicha tierra quando para nos la recibimos”


Las negociaciones finales con el Duque de Láncaster, en 1388, le dan el carácter oficial a la constitución del Principado como vinculado íntimamente a la Corona e imposibilitando que sea cedido a nadie que no sea la Corona misma. La Crónica de Juan I, al detallar lo acaecido en su reinado, nos relata lo pactado entre él y el de Láncaster, en estos términos:


“...otrosí, pusieron e ordenaron los dichos Rey don Juan e Duque de Alencastre en sus tratos que el dicho infante don Enrique (hijo y eredero de don Juan) oviese título de se llamar Principe de Asturias, e la dicha Catalina (hija del de Lancaster) Princesa...”


El acto protocolar de la investidura del heredero, como Príncipe de Asturias, era una costumbre heredada de otros países e incluso de otros señoríos del mismo reino. Recordemos que la Castilla de los siglos XI al XIV está fuertemente influenciada por los usos y costumbres francesas, así que, una institución como el Delfinado, debió haber influenciado la institución del Principado de Asturias. En efecto, pocos años antes, Juan I, había intentado poner fin al ascenso indetenible de una minoría nobiliaria que, en los señoríos de Lara y de Vizcaya, amenazaba el poder real, y así, en el mismo testamento de 1385, Juan I ordena que:


“... todo señorío de Lara e de Vizcaya e todo el ducado de Molina, con todos los logares que eran nuestros cuando eramos infante, que nos agora tenemos, fuesen para el infante don Enrique e para los otros infantes que fueren herederos de Castilla, e que sean siempre tierras apartadas para los infantes herederos, así como es en Francia el Delfinazgo e en Aragón el Ducado de Girona”


La primera juramentación se dio ante las Cortes reunidas en Palencia en 1388 donde prestaron juramento, como lo relata la crónica, Enrique, posteriormente Enrique III (1390-1406, llamado el Doliente), y Catalina, la hija del de Láncaster.

Estatuas yacentes de Enrique II y Enrique III el Doliente
en la Capilla de los Reyes de la Catedral de Toledo


Asturias había sido una unidad geográfica perfectamente definida en documentos, crónicas y diplomas; sus habitantes perfectamente definidos y sus características sociológicas y geográficas muchas veces citadas. La pérdida del Reino de Asturias, por el traslado de la Corte a León, que pone fin a la dinastía de Reyes Asturianos, y la posterior unión de León y Castilla en 1230, hace que Asturias pierda, como región perfectamente delimitada, una personalidad jurídicamente propia. Así, a todos los efectos administrativos, dependerá siempre de la Merindad Mayor de León y el Merino lo será de las tierras “de León y Asturias” pero con unas características individuales que la separan del resto. Así vemos como existen otros Merinos que derivando su autoridad de la del Merino Mayor, ejercerán su jurisdicción separadamente de León. Incluso la asistencia a Cortes y Hermandades lo hacen como un bloque separado que denota la conciencia de ente histórico definido.

El 2 de Octubre del año de la constitución oficial del título, 1388, el primer príncipe de Asturias, don Enrique, usa tal título para conceder el título de Alcalde Mayor a don Alfonso González de Argüelles. En 1390 muere su padre y accede a la Corona como Enrique III. Se casa con Catalina de Láncaster y su primogénita María es Princesa de Asturias (segundo Príncipe de Asturias) hasta que nace el primer varón, Juan, que será tercer Príncipe de Asturias en 1405, apenas un año será Príncipe ya que su padre muere cuando él tenía un año y accede al trono de Castilla como Juan II. Este rey, en 1444, ratifica las mandas de su padre, Enrique III, en la figura del Príncipe de Asturias para su primogénito don Enrique, de este modo:


“... fago vos merced de todas las cibdades e villas e lugares de las dichas Asturias, con sus tierras e términos e fortalezas e juresdiciones, con los pechos e derechos pertenecientes al señorío dellas, para que sean vuestras para en toda su vida, e después de vuestro fijo mayor legítimo, con condición que siempre sean las dichas cibdades e villas e lugares de las dichas Asturias vuestras, e que non podades enagenar e siempre sean del Principado”


Este Príncipe de Asturias, nacido de Juan II y de María de Aragón, hace el número sexto y reinará con el nombre de Enrique IV.

Aquí comienza una larga lista del título, hasta nuestros días, en la que don Felipe de Borbón y Grecia, hace el número 35. De entre todos ellos, destacaré la curiosidad de que, Alfonso XIII, nunca fue Príncipe de Asturias debido a que nació siendo Rey. Pero esto ya es otra historia.

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